Alonso hace magia en Baku y Pirelli amarga a Verstappen
En una carrera marcada por dos reventones espeluznantes, Fernando Alonso acabó sexto después de un sprint final a solo dos vueltas y Pérez logró su primer triunfo con Red Bull.
Una vez más, un año más, la Fórmula 1 se verá sacudida por la inmensa chorrada de mantener a un suministrador único de neumáticos que además, y para beneficiar su imagen, utiliza compuestos hechos con virutas del martillo de Thor. Un reventón en el neumático duro trasero izquierdo de Verstappen, según su equipo (Red Bull) sin aviso previo, dejó al holandés sin ganar una carrera que dominó de cabo a rabo, el GP de Azerbaiyán, y gracias, porque pudo haberle costado algo más que 25 puntos.
La carrera, que se dilucidó en un sprint salvaje a dos vueltas, la heredó su compañero Pérez, seguido de un renacido Vettel, primer podio de Aston Martin, y con Gasly completando el cajón. Alonso acabó sexto tras una exhibición brutal en la carrera a dos vueltas en que se convirtió la carrera y Sainz fue octavo. Hamilton fue último en la carrera, por detrás de Mazepin, pero la postrera sanción sobre Latifi le dejó penúltimo.
Los Pirelli con los que se lleva compitiendo en la categoría reina del motorsport desde 2011 tienen estas cosas: que son más duros que el rostro de un ministro y que, como en el caso de los políticos, todos los años llega un día en que se sus miserias quedan expuestas.
Desde 2019, la banda de rodadura de las gomas milanesas es menor (en algo que fue interpretado como un guiño descarado, otro más, a Mercedes AMG y los récords de Hamilton) y eso provoca sucesos como el triple suceso de Silverstone en 2020 o ahora en Baku. Avisó Stroll, reventón en la vuelta 31 saliendo con duras, y el epílogo lo firmó el pinchazo del líder de la prueba, un Verstappen que tenía la carrera en el bolsillo y que podía poner pies en polvorosa en el Mundial respecto a Hamilton, con sólo 33 giros. En ambos casos fue el compuesto duro, en ambos casos estalló en plena recta, a alta velocidad, cuanta más presión soportaba el neumático trasero izquierdo.
El reventón de ambos fue espeluznante. Tanto Stroll como Verstappen se estamparon, siendo pasajeros, contra las barreras de la eterna recta del circuito de Baku a 330 kilómetros por hora. No les pasó nada porque el domingo 6 de junio no venía marcado en el calendario. Pero la integridad física de ambos quedó en peligro a causa de unos neumáticos que no dan la talla, que se van sin avisar, que no son en absoluto los más adecuados para una competición como esta Fórmula 1.
Más allá de los reventones, la carrera fue al final una prueba al sprint de dos vueltas porque tras el accidente de Verstappen así lo quiso la FIA: todos a parrilla y dos vueltas por correr, reagrupados y sin que todo lo sucedido antes contara para nada excepto para la composición de la parrilla. Y esa carrera la ganó Pérez con su Red Bull, su primer triunfo energético.
Hamilton, quien arrancó segundo la resalida y parecía que se le había aparecido la Virgen porque el Mundial comenzaba a ponérsele en chino si llega a ganar Verstappen, se pasó de frenada en la primera curva y acabó último, penúltimo por la sanción sobre Latifi, así que su duelo con el holandés sigue en todo lo alto. Vettel, que hizo una carrera espléndida, subió a su Aston Martin al tercer escalón del podio.
Alonso, que las pasó cautas durante toda la carrera por la falta de velocidad y ritmo de su Alpine con neumáticos duros, se las apañó para, tras salir décimo, ascender hasta el sexto puesto en solo dos giros, en un rincón de Asturias sigue habiendo un mago, mientras que Sainz terminó octavo lastrado por una salida de pista y por la falta de ritmo del Ferrari en las larguísimas rectas de Bakú.