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El Tour que solo duró una semana (pero qué bonita fue)

Por tercer año consecutivo, el ganador del Tour de Francia tiene menos de 23 años. El feroz esloveno Pogacar repitió triunfo en una carrera que fue apasionante hasta la octava etapa.

Tadej Pogacar, en lo más alto del podio final del Tour de Francia.

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El Tío del Mazo

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El primer Tour post-pandémico, o mejor dicho post-confinamiento, ha sido realmente distinto. Distinto a los últimos 30, por poner algún número, y distinto en general a todo lo que estábamos acostumbrados a ver en los últimos tiempos. Desde luego, no es el primero que se resuelve en una semana. Armstrong, Froome y hasta Miguel Indurain solían dejarlo visto para sentencia en la primera etapa de montaña o en la primera crono. A partir de ahí solo había lucha por la segunda plaza.

En lo que se ha diferenciado este Tour de 2021 es en la brutal batalla que se ha desencadenado desde la primera etapa. Nunca la primera semana de carrera fue tan intensa ni definió de forma tan clara lo que se supone que iba a ser una carrera de 21 días.

Y esto claro está, tiene culpables, más allá de la señora del cartelito con opi omi. Y los culpables son los de siempre. Los que lo están petando desde que vinieron del ciclo cross a cambiar las reglas del ciclismo para siempre. Mahieu Van der Poel y Wout Van Aert, con ayuda del combativo Julian Alaphilippe corrieron cada etapa del Tour como si de una clásica se tratase, reventando la carrera desde lejos, atacando en cada cota y haciendo que el espectador no se pudiese levantar del sillón ni para coger un tinto de verano.

Eso y las caídas, claro, que acabaron con el único candidato serio a hacerle sombra a Pogacar, Primoz Roglic, y con las aspiraciones de tantos otros como Marc Soler o Geraint Thomas. Pero las caídas no son fruto de la casualidad. Son la consecuencia de correr de forma nerviosa, alocada y combativa, como nunca se había corrido antes, donde las primeras semanas de cada ronda estaban diseñadas para ahuyentar a los teleespectadores en forma de sprints masivos e intrascendentes.

Y es que el otro mérito de la inolvidable primera semana de 2021 hay que atribuírselo al propio Tour. Sustituir el prólogo o el consabido sprint inicial por un final ardenero era un espectáculo garantizado, amén de opción de victoria y amarillo para el ídolo local. Y los franceses supieron hacerlo.

Sin renunciar del todo a los sprints, que nos permitieron asistir a la milagrosa resurrección de Cavendish (ahora sí ya confirmado como el mejor sprinter de la historia del Tour), la organización supo intercalar etapas con perfil de clásica como les gusta a los nuevos talentos del ciclismo. Y a fe que lo aprovecharon.

La pena, claro está, es cuando todo esto se acabó, porque entonces Roglic ya se había caído y su joven y caníbal compatriota no tenía rival capaz de acercarse ni a cinco minutos en la general. De hecho, el segundo acabó siendo un gregario de Roglic, con lo que siempre nos quedará la duda de la que hubieran podido liar hasta París.


Final en la octava etapa

Porque el Tour se acabó en la octava etapa. No duró ni un solo día más. El joven prodigio esloveno destrozó a sus rivales en el primer final en alto y les sacó más de 3 minutos en la cima de Grand Bornand atacando a 33 kilómetros de la meta, con dos puertos por delante. Nada que ver con el estilo de Roglic, ni de Thomas, ni de Froome. Ni trenecitos ni super-equipo que te va eliminando a todos hasta que saltas en solitario a 3 kilómetros de meta. O a 300 metros para ganar la general con las bonificaciones.

Y eso porque Pogacar es como ellos. Como Van der Poel, que atacó a 200 kilómetros de meta vistiendo el maillot amarillo, o como Van Aert, que parece el serio del grupo pero ha sido capaz de ganar en el Mont Ventoux, en la segunda crono del Tour y en el sprint final de París. Impagables. Espectáculo puro, y ambición sin límites. Tanto que destrozaron el Tour en la etapa número 8. Pero qué bonita fue la primera semana.

A juicio de los aficionados quedará ahora decidir si este modo de correr vale la pena. Se acabó, aparentemente, lo de las generales decididas por segundos, y el protagonismo de la tercera semana. Lo de guardar fuerzas para el final al estilo Movistar-Enric Mas, tan criticado por algunos seguidores.

Hoy se corre a lo loco y así seguirá siendo mientras los jóvenes manden en carrera. Van tres tours seguidos en los que el ganador no llega a los 23 años. Esto no es casualidad. Es hora de jubilar el maillot blanco (¿qué sentido tiene?) y sentarse a disfrutar del espectáculo. Dure una semana o dure tres

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