El Atlético hace justicia, sin Griezmann y Suárez en el campo, en el minuto 99
El equipo rojiblanco se impone en Cornellá al Espanyol (1-2) gracias a una extraordinaria segunda parte de los de Simeone, ya con Griezmann y Luis Suárez en el banquillo.
Apareció Griezmann y, en realidad, pareció que no estaba. Simeone, el gran valedor del regreso del francés, confío en el galo de inicio y, en cierta manera, abusó del inspirado Correa, que llegó ayer a España después de su gira sudamericana con Argentina. Eso supuso dejar en el banquillo, por supuesto, a Joao Félix, en su primera convocatoria en la presente temporada después de su operación en el tobillo. Pero también a Thomas Lemar, otro de los jugadores en mejor en forma de este inicio de campaña.
Lo dicho, el Atlético salió con todo a Cornellá para visitar a un Espanyol, que en las tres primeras jornadas aún no había logrado marcar. El encuentro comenzó con susto para el conjunto de Simeone. El segundo error grosero de Savic, el mejor defensa de la temporada del título colchonero, dejó el balón en los pies de Adrián Embarba, que vio cómo su zapatazo era desviado por Oblak en estupenda estirada.
Poco a poco, el Atlético de Madrid se hizo con el lógico control del encuentro, pero fue un visto y no visto. Demasiados jugadores por delante del balón y con Griezmann en la triste línea que ha llevado en el Barça en las dos temporadas que ha jugado en el Nou Camp. El dominio era rojiblanco, pero las ocasiones eran únicamente del Espanyol.
En una de ellas, ya en el minuto 39, un nuevo disparo excelente de Embarba fue tocado por las yemas de las manos de Oblak, antes de chocar con el larguero de su portería. El córner dejó de nuevo en evidencia lo floja que ha comenzado la defensa rojiblanca en la presente temporada. Tras el lanzamiento, Marcos Llorente dio medio segundo de ventaja a Raúl de Tomás que, con un exquisito giro de cuello, puso el balón muy lejos del radio de acción del portero esloveno del Atlético.
Resultó hasta merecido el gol de la ventaja perica y una nueva demostración de que muy pocos delanteros nacionales cuentan con el talento que demuestra RDT en cada una de sus comparecencias. Simeone parecía tener prisa por entrar en el vestuario, poner a sus jugadores firmes, decirles que con el nombre no se gana en ningún sitio y ofrecer a sus futbolistas las herramientas para intentar, al menos, empatar un encuentro que se había puesto muy feo.
Lo primero que hizo el argentino en el vestuario fue darle la vuelta a su equipo. Entraron Lodi, Kondogbia y Lemar y el partido se acabó para Hermoso, con tarjeta amarilla, Correa y Trippier, volviendo a una defensa de 4, con Llorente jugando donde no le gusta, en el lateral derecho.
Y los cambios dieron fruto, con dos disparos muy peligrosos, de Kondogbia y Lemar, antes de que el reloj del encuentro llegara al minuto 50. Y pudo ir todo más allá porque en el 53, Lemar marcó después de un extraordinario centro de Marcos Llorente desde lo más alto de la banda derecha. Parecía gol legal, pero el VAR llamó a Martínez Munuera para que viera si la posición de Luis Suárez, en fuera de juego, tenía influencia en la jugada. Y, en opinión del árbitro valenciano, la tenía, por lo que el ya merecido empate se quedó en nada.
Una hora muy gris de Griezmann
Y, justo ahí, con 6 minutos con el balón parado, acabó el partido de Griezmann. La hora que jugó el francés fue muy gris, extraordinariamente gris. En su lugar, Joao Félix, que iba a disfrutar de los primeros minutos de la temporada. Estuvo muy participativo el portugués en sus primeras acciones y hubo buenos minutos de un Atlético que, por momento, asediaba el área espanyolista, aunque sin agobiar demasiado a Diego López.
La solución de emergencia la tenía Simeone en el banquillo, de donde salió el joven brasileño Matheus Cunha, en lo que era su segundo partido como rojiblanco. Suplió a Luis Suárez y el uruguayo se pilló el primer medio enfado de la temporada, mucho menos agudo que los primeros, conocedor ya de las costumbres del técnico argentino. Así ganó el Atleti la pasada Liga. Como para discutírselo.
Pero el gol anulado hizo mucho daño al Atlético y el partido se perdió entre cambios, lesiones y muy poco más que contar. El ímpetu rojiblanco puesto en marcha al comienzo de la segunda parte había pasado. Justo hasta que en el minuto 79, Carrasco perseveró en una jugada individual dentro del área que acabó con un gran zurdazo del belga, una acción de fe completamente impensable de Carrasco antes de emprender su fracasada aventura china. Fuera como fuera, el empate era absolutamente merecido.
Conseguida la igualada, el Atlético fue muy consciente de que no se podía permitir el lujo de dejarse dos puntos en el campo de un recién ascendido, si bien, el Espanyol cuenta con una excelente plantilla con la que no debería pasar problemas para mantener la categoría. El equipo de Simeone quería ganar y lo intentaba con el mismo ahínco que le había permitido empatar. Un pase de la muerte de Lodi que no encontró rematador fue el mejor ejemplo.
Cuando el partido llegó a los 90 minutos reglamentarios, el cartelón del asistente se levantó e indicó ¡10 minutos! de prolongación. Probablemente, los justos, aunque extraño por lo complicado de ver en un terreno de juego. Casi medio tiempo de una prórroga inexistente. Había tiempo para casi todo. Para que Joao Félix pidiera penalti, inexistente, por una mano de un defensa del Espanyol y para que un disparo de Carrasco lamiera el poste derecho de Diego López. El partido se le hacía muy largo a los pericos, que veían que el segundo gol del Atleti era más que una amenaza real.
Y, en el minuto 99, otra jugada de fe, en este caso de Thomas Lemar, concluye con un extraordinario gol del francés, que puso la justicia en el marcador definitivo.