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Real Madrid 0 – 0 Villarreal: Coco amarillo

El conjunto blanco se estrelló contra un 'Submarino Amarillo' que dominó con comodidad varias fases del encuentro. Solo le ha ganado cinco veces en los últimos catorce partidos

Benzema golpea a puerta ante la zaga del Villarreal

Publicado por
Miguel Queipo

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El Real Madrid tiene, desde hace muchas temporadas, un coco en el Villarreal, por lo que sea. Y el líder de LaLiga volvió a tropezar ante ese equipo amarillo que tan difíciles le pone las cosas, sólo le ha ganado cinco veces en sus últimos catorce partidos. El empate (0-0) frena la marcha victoriosa de los Ancelotti, visiblemente agotados en el tramo final del partido tras pasar el primer acto a merced del Submarino. Eso sí, en casi lo único decente que hizo el equipo blanco en ataque, Gil Manzano se comió un penalti de libro sobre Nacho que podría haber cambiado el devenir del encuentro.

La puesta en escena del Villarreal fue fabulosa. Lo que se espera de un campeón de la Europa League. Un equipo bien plantado en el campo, que sabe a qué juega, que no se deja intimidar por el escenario. Luego ganará o perderá, pero sus señas de identidad las plasmó sobre el césped en un magnífico primer tiempo, en el que desesperó al Real Madrid, monopolizó la posesión y volvió a ponerle la capa de héroe a Courtois. Sólo un penalti que pareció clarísimo cometido sobre Nacho en un ataque aislado del Madrid en su debe. Pero Gil Manzano y los perspicaces varistas decidieron que no era nada. Sinceramente, o no sabemos nada de fútbol fuera de esa sala VOR o nos están tomando el pelo.

Pero volvamos al fútbol y dejemos la tecnología para otros. Decíamos que el Villarreal cuajó un primer tiempo soberbio, y lo hizo porque salió con las ideas muy claras. Tocar atrás, esperando la presión alta del Madrid, y en cuanto burlaban la asfixia blanca, gracias al buen pie de Albiol y Pau, a lo bien que abrieron las bandas Foyth y Alberto Moreno y a la serenidad de Parejo, a buscarle las cosquillas a los blancos, a la espalda de su zaga: el extraordinario Yeremi Pino, 18 años y cada día con más empaque de jugador de tronío, y la velocidad de Danjuma fueron una pesadilla. Un remate del primero lo salvó milagrosamente Courtois, un jugadón del canario no acabó en gol porque hubo un fuera de juego precio y un remate de un compañero más que defectuoso, de nuevo un tiro del neerlandés que se marchó pegada al poste derecho del meta madridista…

Casi todo bien menos el gol. El Madrid sobrevivía. Alguna arrancada de Valverde, lateral derecho improvisado. Un par de carreras gaseosa de Vinicius. Un par de buenos detalles de Rodrygo. Pero poco más, porque el centro del campo estaba superado, de nuevo agotado Casemiro, Asensio no funcionaba como interior tras su hat-trick del miércoles y la defensa veía cómo las llegadas del Villarreal les pillaban siempre a contrapié. El Madrid necesitaba presionar coordinadamente, saber si iba a ir arriba a morder o a aguantar en bloque bajo, pero todos a una. Y por eso metió Ancelotti a Camavinga en el descanso.

La entrada del francés le dio más ritmo al Madrid, algo que no era complicado. El equipo mordía, el Villarreal ya no vivía tan cómodo y Militao, de cabeza y a pase de Asensio tras falta lateral, por fin metió miedo en el casco del Submarino Amarillo, aunque remató fuera. El equipo castellonense no se amilanó, y una fulgurante contra iniciada por Foyth acabó en remate de Danjuma demasiado centrado, justo antes de que entre Paco Alcácer y Pau no acertaran a embocar un balón suelto que se paseó en el interior del área pequeña madridista. El Villarreal había vuelto a encontrar el balón y volvía a cercar a Courtois.

Y de repente, el partido se paró. Los amarillos decidieron, o eso parecía, proteger su botín de un punto y al Madrid se le agotó la gasolina demasiado rápido, todos parecían demasiado cansados y el hombre destinado a surtir de queroseno al centro del campo blanco, Camavinga, andaba demasiado impreciso en el pase. Y Vinicius, por primera vez esta temporada, se parecía más al del curso pasado que al cohete que ha iniciado este curso, alguna vez tenía que pasar.

El Madrid tuvo que intentar tirar de su recurso histórico de última hora, el acoso y derribo por tierra, mar y aire poniendo el orgullo y la casta sobre el tapete. Isco, de cabeza, por fin remató sobre la portería de Rulli, provocando la primera intervención en el partido del meta argentino, y quedaban ocho minutos para el final del encuentro, con los dos equipos derrengados sobre el campo, el depósito agotado. Estaba claro que no iba a pasar nada más, y así fue. 0-0. El líder tropieza, pero esto largo. Tan largo que a final de septiembre ya están algunos más que cansados.

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