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Hamilton invoca a Veles con Sainz en el podio

El Gran Premio de Rusia cambió dramáticamente cuando la lluvia apareció a siete vueltas del final y la historia acabó con el español de Ferrari tercero y Fernando Alonso sexto.

Carlos Sainz fue tercero en el podio de Sochi.

Publicado por
Miguel Queipo

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Lewis Hamilton venció en el GP de Rusia después de que el diluvio apareciera a siete vueltas del final sobre el circuito de Sochi, arrebatándole el triunfo a Lando Norris, finalmente séptimo, y elevando a un notable Carlos Sainz al podio, tercero, mientras Fernando Alonso guió su Alpine hasta la sexta plaza, mucho más de lo que merecía el monoplaza francés. Verstappen, que salía último, perdió el liderato del Mundial, pero acabó segundo favorecido también por la lluvia y el campeonato sigue en un pañuelo.

La carrera fue un drama. Carlos Sainz salió mal desde la segunda plaza de la parrilla, pero aprovechando el juego de los rebufos pudo adelantar por el exterior a Norris para colocarse primero. Por atrás, Alonso hizo una salida de cohete, llegando a situarse cuarto, pero fue perdiendo posiciones hasta el séptimo puesto, en un trenecito a espaldas del podio que iba desde la cuarta hasta la decimosegunda posición.

En la vuelta trece, y con el Ferrari de Sainz destrozando los neumáticos medios con los que partió el madrileño, Norris adelantó al monoplaza rojo, que cambió gomas para intentar un imposible. No había gran cosa que hacer, porque el maltrato del bólido italiano con los Pirelli y el juego de estrategias dejó a Sainz descolgado de la lucha por el podio: primero le pasó Hamilton y luego, Pérez. “Buen ritmo. Si lo mantienes vas a ser P5, P5”, le decían al piloto madrileño, que se resignaba aceptar el destino.

Mientras, Verstappen recuperaba posiciones como un animal hasta que se encontró… con Fernando Alonso, que fue capaz de adelantarle a igualdad de neumáticos. Hamilton tenía ritmo suficiente para llegar a Norris, quien rodaba cómodo, pero adelantarle era otro cantar. Y cuando parecía que todo acabaría así, Hamilton debió de usar su martillo de Thor para invocar a Veles, el dios eslavo de muchísimas cosas, entre otras de las aguas, las lluvias y las tormentas.

El cielo se abrió sobre Sochi y convirtió el asfalto en una pista de patinaje. Varios pilotos optaron por ponerse patines, léase neumáticos intermedios. Otros prefirieron arriesgar. De estos segundos, Alonso dio una exhibición y llegó a colocarse tercero antes de que fuera más fácil ir en barca que en monoplaza por el circuito de Sochi. Al final, sexto.

Entre estos segundos, Norris, emperrado en no cambiar, algo que le acabó hundiendo hasta la séptima plaza en sólo dos vueltas. Hamilton sí cambió, en una decisión que parecía arriesgada pero que resultó la más fiable. Como también cambió Verstappen, al final segundo, dieciocho puestos de remontada, casi nada. Y a su lado, Sainz, Carlos Sainz. Tercer podio con Ferrari después de un Gran Premio que fue una montaña rusa.

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