Esto es lo que hay
“Esto es lo que hay”, expresión gaditana que tiene su versión carnavalera en el “esto es Cádiz y aquí hay que mamar”, es la frase de moda en el Olimpo futbolístico de 2021.
“Esto es lo que hay”, expresión gaditana que tiene su versión carnavalera en el “esto es Cádiz y aquí hay que mamar”, es la frase de moda en el Olimpo futbolístico de 2021, esas cumbres himalayas por las que solo transitan los elegidos, léase Barcelona y Real Madrid, los dinamizadores de la Superliga junto con el pagafantas del grupo, la Juventus.
Mientras que los azulgranas descubrieron el significado de la frase tras observar la tierra quemada del Camp Nou después del partido con el Bayern, los madridistas han ido dándose cuenta poco a poco, según la competición avanzaba y la estrafalaria composición de la plantilla quedaba expuesta a los ojos de todos.
El Real Madrid tiene serios problemas, y normalmente los serios problemas suelen vestir de americana y corbata, el resto son trastornos más mundanos, de sudadera con capucha. El escudo antimisiles del que se ha rodeado el club, con los escribanos amanuenses trabajando a destajo culpando de pecados siempre a otros, ha provocado que el gigante blanco sea un portaaviones varado en mitad del Pacífico, protegido por su flota.
Nadie se atreve a decirle al Almirante que ordene poner en marcha los motores o que, si no sabe hacerlo, deje a otro al mando. Las focas aplaudidoras que rodean los navíos blancos son el paisaje idílico que necesita el almirantazgo para creer que no naufragará, más aún si el encargado de darle al interruptor, el capitán y señor de la ceja, solo tiene entre ídem e ídem sobrevivir porque a su edad pocas veces se verá ya con un regalo semejante: su tarea es no rechistar, decir que todo es fantástico y no meterse en jardines. Un funcionario italiano. Un 'ufficiale'.
Convendrán ustedes en que la composición de la plantilla es un disparate, y no solo porque la 'promesa tranquila' de Mbappé haya sido tapada con un futbolista que nada tiene que ver con la Tortuga del PSG más allá de la nacionalidad, Camavinga. Como pedir unos percebes de aperitivo y, como no llegan, rebañar al vecino de mesa sus aceitunas rellenas de anchoa. Pero más allá de eso, el Madrid ha perdido a dos centrales legendarios, a la altura de Ciriaco y Quincoces, y no se ha cubierto las espaldas.
Las salidas de Varane y Ramos, por los motivos que sean, no han tenido respuesta desde los despachos. Para colmo, mientras todos los grandes de Europa están como locos peinando el mercado en busca de laterales modernos, de físico imponente y buen pie, el Madrid no solo no lo hace, sino que tiene a uno de esos siempre lesionado (Carvajal), a otro que no tiene físico siempre cedido (Odriozola), a uno con físico imponente pero pies como barcas (Mendy), a otro sedoso y vertical pero sin recorrido hacia atrás (Marcelo) y a un diamante por pulir con mimo porque puede llegar a tenerlo todo junto (Miguel Gutiérrez).
Y tiene que tirar de parches, que dejan mal no a los sacrificados jugadores que tienen que actuar fuera de sitio, sino al compositor de la plantilla. Al Sumo Hacedor.
A eso hay que añadirle que el centro del campo de las cuatro de cinco (o casi), ese Modric-Casemiro-Kroos que era el terror de las nenas, está ya desguazado, con Modric demasiado entrado en años (¿de verdad un equipo aspirante a algo puede tener a este Modric -no al de 2016-2019, a este- como titular?) y con Kroos con una pubalgia que ralentiza aún más sus movimientos. La MCK jugaba a otra cosa, a otro ritmo, al fútbol que se practicaba hace cinco años. Y un lustro en esto del balón redondo es un mundo.
Todo esto que está escrito ahí arriba, todo junto, que se ve de un vistazo, también lo perciben los señores encorbatados, entre cercha y cercha. Y seguro que también lo ven los del escudo de misiles, aunque el teclado de sus dispositivos se empeñe en escribir otras cosas. Pero esto es lo que hay. La única salvación, como en otros ámbitos de la vida (léase política) es que la propaganda no pueda con la realidad. Depende de ustedes. Yo, por mi parte, ando más encendido que el pitillo de Eugenio. No necesito ni cerillas.