FC Barcelona 1 – 2 Real Madrid: 'Alabín von Vázquez'
En otra época hubiera sido un golpe en la mesa, pero, ante este Barcelona, el triunfo del Madrid en el Camp Nou, por mucho Clásico que sea, no fue más que el transcurrir normal de un partido que pintó de blanco desde casi el principio. Alaba, enorme partido suyo, abrió la lata en el primer acto, Lucas Vázquez decidió el choque en el alargue y Agüero descontó para los de Koeman en los segundos (ni siquiera minutos) de la basura. Un 1-2 que casi descabalga a los azulgrana de la pelea por LaLiga, aunque aún queda mucho.
Al final, quién se lo iba a decir, el Real Madrid va a tener que poner una placa en el Nuevo Bernabéu en la que se refleje que el Bayern Múnich es un club amigo. Más allá del Loco del Bernabéu, de los cuernos de Augenthaler, el pisotón de Juanito, la cara de espárrago de Effenberg, los pantalones manchados de Salihamidzic y tantas y tantas escenas de alto voltaje entre los dos equipos, tampoco se puede negar que el club bávaro le ha casi regalado al equipo blanco a dos jugadores diferenciales: Kroos y Alaba.
Estaba siendo un partido más espeso que el potito de un diplodocus, con los dos equipos tomándose menos alegrías que un chiste cantado por Álex Ubago. El Barcelona, alrededor de Busquets, intentando presionar arriba pero sin colmillo. El Madrid, como ante el Shakhtar, defendiendo en bloque medio-bajo y por tanto, recuperando demasiado lejos de la portería.
El primer disparo con fuego real del partido (perdón, Alec Baldwin) fue un posible penalti de Mingueza a Vinicius, que según la intensidad con la que cada uno quiera ver la jugada (depende de la camiseta, aviso) verá como clarísimo o como piscinazo. Martínez Martínez vio lo segundo. Era el minuto 21 y hasta entonces no había pasado… nada. Pero esa jugada desencadenó lo mejor del primer acto.
De repente, Modric y Kroos comenzaron a manejar el partido, y el balón cambió de dueño. El Barcelona, demasiado arriba, dejaba al descubierto sus enaguas y el Madrid es un caníbal bailando alrededor de una olla al fuego y un explorador con gorro dentro cuando hay campo abierto. En cualquier caso, la primera gran ocasión la tuvo el Barcelona, porque Sergiño Dest falló a puerta vacía lo que pudo ser el 1-0 en una de esas ocasiones que pueden perseguirle toda la vida.
El Madrid tenía el balón, tenía la suerte, tenía a un Vinicius encendido y tenía, como decíamos, al gratuito Alaba. El austriaco robó a Memphis en la frontal del área de Courtois, descargó a Vinicius, éste encontró en el otro costado a Rodrygo, el otro brasileño volvió a cambiar… y apareció de nuevo Alaba, central, corriendo como Speedy González y con el revólver fuera de la cartuchera. Pam, pam, menudo zurdazo, qué violento, menudo golazo. Era el 0-1.
El Madrid estaba mejor. Vinicuis, en ese duelo ficticio inventado con Ansu Fati, se estaba merendando a Mingueza. Un cabezazo de Piqué, clavado al de Ramos en Lisboa ante Courtois, se fue lamiendo el poste madridista, en otra buena ocasión azulgrana. Pero el Madrid andaba oliendo sangre, lanzándose desbocado en las contras. No logró cuajar ninguna, pero el partido estaba a merced de los de Ancelotti.
Koeman decidió quitar a Mingueza y meter a Coutinho en el entreacto, y los primeros minutos tras salir del vestuario fueron un acoso constante de los locales, con otro posible penalti por manos de Kroos en un forcejeo con De Jong que tampoco señaló el colegiado. El holandés pugnó con el alemán y le desequilibró en un salto, dándole el esférico en el brazo. La jugada terminó con Piqué amonestado por las protestas y de nuevo, con el color de la camiseta decidiendo si es penalti o no lo es.
El Madrid, mientras, no lograba controlar el partido. Cuando tenía que guardar la ropa y no exponerse demasiado, decidió ir al intercambio de golpes. Imagino que los jugadores verían que los guantes del Barcelona no tenían demasiada pegada, pero Ancelotti, que tardó lo suyo en darse cuenta, decidió retirar a Rodrygo para meter a Valverde (quien se tuvo que marchar en el alargue, lesionado) y proteger así a Lucas Vázquez.
Quedaban veinte minutos para el final y solo una ocasión de Benzema, porque el partido era mucho fuego de artificio pero poco 'punch'. Ansu no podía mas y Koeman tuvo que tirar del Kun Agüero, e incluso de Luuk de Jong, para ver si lograba llegar al área blanca.
Parecía que el 'pescao' estaba ya todo vendido, porque el Madrid dejó de sufrir, bien escalonado en defensa y con Militâo y Alaba pudiendo con todo. La vena más canchera de los blancos, esa que hacía muchos años que no salía, apareció sobre el campo. Se jugó poco y lejos del área de Courtois, y en una contra lanzada en el alargue, el Barcelona volcado y desquiciado, Lucas Vázquez remachó en área pequeña, ante la apatía de Eric García, un rechazo de Ter Stegen a remate de Asensio. 0-2.
Agüero pudo aprovechar una mala defensa de Mendy sobre Dest (la buena prensa del francés es un Expediente X) a segundos del final del encuentro para hacer el tanto del honor culé, pero tampoco lo merecían. Veintidós triunfos blancos en el Camp Nou, con y sin palomas, que lo mismo da, porque lo que importa es que el triunfo blanco en la Ciudad Condal deja a los de Koeman casi fuera de la carrera por LaLiga.