Max, Lewis, Carlos, Fer, delfines y Cocacolas
El Mundial de Fórmula 1 comienza este fin de semana en Bahrein, con un nuevo reglamento técnico, la reedición del duelo entre Hamilton y Verstappen y Sainz y Alonso como bazas españolas.
Se acabó la espera, y también los fuegos de artificio de una pretemporada que más parecía diseñada por Mata-Hari que por unos profesionales de un deporte. Este viernes 18 de marzo dará comienzo con el GP de Bahréin el Mundial de Fórmula 1 2022, el de nuevo reglamento técnico, el de El Plan, el que podría servir para añadirle unas cuantas guindillas a la salsa Verstappen-Hamilton, o Horner-Wolff, que lleva alimentando la competición desde hace unos años y que explosionó en Abu Dhabi el pasado diciembre, con el polémico título del holandés. Fernando Alonso y Carlos Sainz volverán a ser las espadas españolas en el foso de los leones que es el Gran Circo. Y no parece pintar mal la cosa.
El Reglamento
Arranca un Campeonato del Mundo ahora mismo indescifrable. Si lo es para los especialistas, imaginen para los más comunes de los mortales. Estos días oirán hablar del nuevo reglamento técnico de 2022, ése que ha provocado que los monoplazas dejen de parecer el laboratorio del Profesor Bacterio, llenos de chismes por todos lados, para centrar su aerodinámica en un fondo plano que provoca efecto suelo (un efecto de succión que pega a los coches al suelo cuanto más rápido van, permitiendo ser más veloz en curva).
Con ello, nos dicen, los monoplazas además dejan menos estela de aire sucio tras de sí, lo que favorece las persecuciones y los adelantamientos. Veremos, aunque eso parece visto lo visto en entrenamientos.
En esos entrenamientos, se pudo apreciar que el efecto suelo provoca el retorno de un suceso que ya tuvo lugar en los 70, cuando los ingenieros descubrieron su potencial: al ir a toda pastilla por la recta, el coche se adhiere al asfalto como una lapa, llega al tope de amortiguación, salta hacia arriba y vuelve a ser absorbido por la aerodinámica.
Esos cabezazos del coche, que pueden observar en el simpático montaje del Alpha Tauri de Pierre Gasly bajo estas líneas, han sido denominados porpoising, del inglés 'porpoise', un mamífero acuático similar a los delfines y que nada de igual forma: dando saltos y metiendo y sacando la cabeza del agua. Aquí somos muy castellanohablantes, así que en vez de porpoising llamaremos al efecto 'cabeceo', que es más entendible por los que, como yo, somos de campo.
Se encontrarán con más palabras poco utilizadas hasta este año. Por ejemplo, 'pontones', la parte lateral de los monoplazas. Con el alerón delantero regulado prácticamente igual para todos, los ingenieros deben decidir dónde quieren generar carga más allá del fondo plano, el suelo, del monoplaza.
Si delante del coche está casi imposible sacar diferencias, sólo cabe la posibilidad de que se consiga en los laterales gracias a los pontones (de los no existentes de Mercedes a los medios como Red Bull, o a los hiperdesarrollados como los de Ferrari) o en la zona trasera. Allí se provoca el efecto Coanda, otro término aerodinámico que describe el comportamiento de un fluido al impactar con una superficie, adhiriéndose a él por esas cosas de la física.
Para aprovecharlo, los monoplazas están esculpidos en su parte trasera con forma de botella de refresco, 'de Cocacola' que dicen en el mundillo, así que también escucharán acerca de ello en este Mundial apasionante que se presenta. Cuando lo haga, aprovechen y sírvanse unas aceitunas.
Los candidatos
Tras el disputadísmo Mundial 2021, que ha acabado con el director de carrera Michael Masi fulminado y con una nueva normativa tras coche de seguridad, todo debería encaminarse a un nuevo duelo Verstappen (actual defensor del título)-Hamilton (siete veces campeón del mundo), pero es demasiado aventurado predecirlo.
El Red Bull del holandés tiene una pinta estupendísima, marcó los mejores tiempos en la pretemporada, disponen del mejor ingeniero aerodinámico del Gran Circo (Adrian Newey) y su capacidad de innovación hacen que parezca un paso por delante de todos.
El Mercedes W13-B de Hamilton es una obra de orfebrería, más parecida a una nave espacial que a un monoplaza, pero ha sufrido de diferentes problemas durante las pruebas, sobre todo de cabeceo, que no hacen presagiar un arranque de año demasiado destacado. Pero la de las tres puntas no dejará soltar a su presa: antes o después estará ahí, y Lewis, pese a sus tonterías extradeportivas, es mucho Lewis.
¿Y los españoles? El Ferrari F1-75, que a algunos tanto recuerda al mítico 126C2 de Villeneuve y Pironi, parece un cohete. La pareja de pilotos Leclerc-Sainz es una de las mejores, si no la mejor, de la parrilla, y la Rossa necesita pelear por el título porque la narrativa anglosajona, empezando por Drive to Survive, le están comiendo la tostada. La tostada y el mito.
El monoplaza pita, ahora se trata de pelear de verdad por el Mundial dejando a un lado los errores de organización de La Scudería que tanto la lastraron en el pasado. Alpine, por su parte, comenzó la pretemporada en un modo tan bajo que por momentos parecía que El Plan lo había diseñado Haas. Pero de repente los franceses soltaron las bridas del motor, éste respondió y Alonso firmó el cuarto mejor tiempo de la pretemporada. ¿Una vuelta de Magia o un coche que funciona de verdad? Lo veremos este fin de semana.
Hay mucho más, claro, porque las cartas no se barajarán hasta los entrenamientos del sábado, hasta entonces todo puede ser mentira. Y además, las escuderías están en la necesidad de evolucionar sus monturas en cada carrera, explorando la nueva reglamentación y copiando ideas de otros. McLaren, los preciosos Aston Martin y Alfa Romeo, el Haas del inigualable Gunther Steiner, un renacido Williams… Pasen y disfruten. Pese a los delfines y con una cerveza mejor que con una Cocacola.