Verstappen y Leclerc brindan un carrerón con Sainz tercero
El Mundial de Fórmula 1 abandona Arabia Saudí después de presenciar un espectacular Gran Premio que concluyó con el tercer podio consecutivo de Sainz y el abandono de Fernando Alonso.
Esto de los monoplazas de Fórmula 1 no hay quien lo entienda. O sí. El cambio reglamentario ha hecho a los coches más pesados, con una aerodinámica que aún hay que comprender. Ha provocado un relativo cambio de orden en la parrilla. Pero a estos chicos les das unos tractores y, si la competición es igualada, el espectáculo que brindan es siempre tremendo. Verstappen ganó el GP de Arabia Saudí tras un emocionantísimo, disputado y limpio duelo en el circuito de Yeda Corniche, con Carlos Sainz firmando su tercer podio consecutivo en la categoría. Fernando Alonso tuvo que abandonar por problemas mecánicos.
Todo parecía desde el inicio predestinado a un triunfo de Checo Pérez. El mexicano logró brillantemente la pole position el sábado y partía primero, puesto que conservó en la largada. Sainz perdió plaza con Verstappen y el campeón del mundo se situaba tercero, mientras que Alonso nos desvelaba parte de El Plan: encontrar un enemigo.
Toda España pasó la tarde maldiciendo a un Estaban Ocon que volvió a ser el de Force India hace unos años, manteniendo unas disputas inaceptables con su compañero de equipo. El Alpine es rápido, pero frágil, y cuando Alonso iba a cosechar unos buenos puntos (ser sexto no era ni mucho menos una quimera), el bólido francés dijo basta teniendo que abandonar.
Pero volvamos a cabeza de carrera. Checo decidió parar en boxes tras tragarse un señuelo de Ferrari (parece que por fin en la italiana la estrategia comienza a ser fundamental) y eso coincidió con el enésimo accidente de un Latifi al que si ya no podían ni ver en el Reino Unido (fue el que provocó el coche de seguridad que frustró el octavo título de Hamilton el curso pasado, en Abu Dhabi), esta vez se estampó con un error que no comete ni un chavalín en el circuito de examen de conducir de Móstoles.
Por tanto, Leclerc, Vertappen y Sainz, que le secundaban, aprovecharon la coyuntura para cambiar gomas con carrera neutralizada y mandar al mexicano al cuarto puesto. Muy mala suerte para el velocísimo Checo.
La carrera se decidió en las últimas diez vueltas, tras el abandono de Alonso, Ricciardo y Bottas en el mismo giro. Y fue una repetición del duelo de Bahrein entre Leclerc y Verstappen. Si en la prueba inaugural ganó el de Ferrari, en Arabia el gato se lo llevó al agua un Verstappen a quien desde la propia televisión se le ve disfrutando como a un niño en un charco bajo el casco.
Se pasaron, se requetapasaron, se tendieron mil anzuelos para que el adversario lo mordiera y así ganar ventaja… Todo además dentro de una exquisita legalidad. Esta vez el Red Bull fue rápido, mucho más rápido, porque su motor es un disparo. Y ganó el campeón del mundo, con el monegasco tras él y Sainz guiando a su Ferrari al tercer cajón del podio, por delante de Pérez. Hamilton, a todo esto, arañó un puntito con un Mercedes que empieza a no parecer un carro de polos. En quince días veremos.