Sainz hace historia el día del Milagro de Zhou
Nueve años después de la última victoria de Fernando Alonso, lo más alto del podio de una carrera de Fórmula Uno vuelve a ser español: un grandísimo Carlos Sainz vence en Silverstone.
6.384 días después, un español volvió a ganar un Gran Premio de Formula 1. Fue Carlos Sainz, al que antes, pobres de nosotros, llamábamos Junior al ser el hijo del Matador. A bordo de su Ferrari, en Silverstone, en un circuito de los de verdad, demostrando personalidad y resiliencia, aquel chiquillo que se fotografiaba con Fernando Alonso es el segundo piloto nacional que consigue vencer una carrera en la máxima categoría del automovilismo, sólo lo había logrado el asturiano.
Y lo mejor, más aún que el triunfo de Carlos, fue el milagro que vivió el piloto chino de Alfa Romeo Guanyu Zhou, que se estampó boca abajo contra una valla en un accidente terrorífico y salió de él sin un solo rasguño. El Milagro de Zhou.
Ese accidente provocó una bandera roja que frustró el primer ataque de Verstappen, que había adelantado a Sainz en la primera salida al montar un neumático más blando. En la resalida, con carácter y sin dejarse amilanar por el Red Bull, que luego sufrió muchísimos problemas y acabó séptimo. Sainz se vio inmerso entonces en un duelo con su compañero Leclerc, siempre tras su caja de cambios y a distancia de DRS, y de un Hamilton que era un disparo.
Tras las paradas en boxes, Sainz con muchas más vueltas de goma que sus rivales, el español se vio obligado a dejar pasar a su compañero Leclerc, que por radio decía ser más rápido. Lo que parecía una puñeta para Sainz acabó siendo definitiva. Porque rompió Ocon y, como le pasó a Hamilton con Verstappen en Abu Dhabi en la última carrera de la pasada temporada, Leclerc no pudo entrar a boxes. Sí lo hicieron todos los demás, todos con blandas nuevas y el líder con duras gastadas. El monegasco era una sardina en un bidé de tiburones.
Sainz se merendó a su compañero, pero éste se metió en una pelea tremenda, espectacular, pura Fórmula 1, con Pérez (que acabó segundo), Hamilton (tercero al final) y un Alonso que olió sangre y a punto estuvo de hincarle el diente a sus presas, aunque el quinto puesto final supuso volver a llevar al Alpine a un lugar superior al que merecía.
Sainz ya se ha quitado un peso de encima. Desde el 12 de mayo de 2013 no sonaba el himno español en un circuito de Fórmula 1. La primera de muchas en el día del Milagro de Zhou.