Ea ea ea, Verstappen se pasea
Ferrari hundió la carrera de Sainz y Alonso, extraordinario pese a las evidentes limitaciones de su Alpine, finalizó sexto y pegado a la caja de cambios del Red Bull de Checo Pérez.
Cada fin de semana que pasa parece más claro que para Max Verstappen, vigente campeón del Mundo de Fórmula 1, una carrera es lo más parecido a irse de vacaciones. Ea ea ea, Verstappen se pasea. La superioridad del neerlandés sobre toda su competencia es abismal. En Zandvoort, al lado de Amsterdam, el piloto oranje ganó de manera abrumadora el GP de los Países Bajos, su décimo triunfo de la temporada. Humareda naranja de celebración, con Russell segundo y Leclerc tercero. Ferrari hundió la carrera de Sainz y Alonso, extraordinario pese a las evidentes limitaciones de su Alpine, finalizó sexto y pegado a la caja de cambios del Red Bull de Checo Pérez.
Poco hay que contar de la carrera. Hace mucho tiempo que Ferrari, entre averías mecánicas, malas decisiones estratégicas y errores de pilotaje varias, decidió bajarse del tren de un Mundial que ya es imposible, así que el monoplaza rojo no tiene ritmo de carrera. Leclerc y Sainz eran ovejas expuestas ante una jauría de lobos, léase Red Bull y Mercedes, que ha vuelto tras su travesía por el desierto de afinar ese supositorio sin pontones que tienen por monoplaza.
Verstappen y Red Bull están a otro nivel. Los coches de las estrellas plateadas intentaron poner en jaque a los energéticos jugando con una estrategia a la contra, pero no les iba a funcionar. Hasta arriesgando a muerte con un safety car en las vueltas finales, Verstappen no tardó ni diez metros (literal) en la vuelta de relanzada para superar al líder en ese momento, Hamilton, para volver a recuperar la primera posición. A este paso, el campeón del mundo va a revalidar su título antes de que llegue el otoño.
El que vivió todo lo contrario fue Carlos Sainz. Tercero en la largada inicial, su Ferrari adoleció de falta de ritmo con blandos debido a la alta degradación. Cuando paró, muy pronto, a un mecánico se le olvidó su rueda, la trasera izquierda, y perdió media vida (12,7 segundos, diez más que sus rivales) y todas sus opciones de podio esperando que el de Tiendas Aurgi trajera la de repuesto. Para colmo, en el safety car provocado por Bottas a Ocon con bandera amarilla porque se la sacaron en las mismas narices y con la maniobra comenzada. Y en la parada gratis de ese coche de seguridad, Ferrari provocó un unsafe release que casi provoca el accidente del hijo del Matador con un Alonso que, él sí, hizo un carrerón estratosférico.
El asturiano salía el trece, y en la curva dos de la primera vuelta iba noveno. Un trallazo le mandó al trece de nuevo, y a remontar con paciencia. Paró muy pronto para montar duros, pero de repente el Alpine, que lleva dos años sufriendo como un condenado con los blancos, fue como un misil. Sí, es cierto que el coche de seguridad y el coche de seguridad virtual le ayudaron, pero también que con su monoplaza acabar pegado a un Red Bull es una proeza, se mire como se mire. Y otra vez, por delante de Ocon, que debe estar deseando que se acabe la temporada y se largue cuanto antes ese señor mayor de Oviedo que es mucho más rápido que él.