Villarreal 2 - Real Madrid 1: Tocado y hundido
El equipo de Ancelotti confirma su bajo estado de forma con una derrota en La Cerámica en un encuentro en el que se vio superado y en el que se pitaron dos penaltis de chiste.
Vino el VAR para arrasar el fútbol, pero no lo sabíamos. En un partidazo, marcado por dos penaltis por manos involuntarias, Villarreal marcó un acontecimiento histórico para el Real Madrid, que por primera vez compareció a un encuentro sin ningún jugador nacional en su once inicial, y lo hizo con derrota: un 2-1 que duele, porque con el partido entre Barcelona y Atlético del domingo ganar era perentorio para meter presión. El Submarino, que hizo un partido soberbio, lo evitó.
A ritmo de cohete se jugó el primer tiempo. El primer disparo a puerta del partido fue del Villarreal, a los treinta segundos, una clara ocasión de Álex Baena que se le fue alta. El Submarino salió como un torpedo al campo, y el Madrid como una excursión de finlandeses a Benidorm, la boca abierta y mirando el aspecto del Estadio de La Cerámica. Tanto que a los cinco minutos, sin que los de Ancelotti supieran si el partido se jugaba con un balón o con un donuts, Coquelin se topó con el poste tras un remate de tacón en un baile amarillo. El Madrid no sabía ni dónde estaba.
Lo logró en el minuto diez, cuando por fin fue capaz de entrar en campo de su adversario: Albiol tuvo que sacar casi bajo palos un centro de Vinicius, pero los vigentes campeones de Liga tuvieron que empezar a poner toda la carne en el asador para no salir trasquilados. El partido se igualó, un partido de ida y vuelta, con una velocidad exagerada en la circulación, pero poquísimo tino en el remate, como demostró Militao en un mano a mano ante Reina que finalizó como lo haría un niño de párvulos. O en una llegada de Yeremy ante Courtois que el belga salvó milagrosamente.
El Villarreal tenía dos estiletes en Chukwueze y Álex Baena, capaces de buscarle las cosquillas a una zaga madridista que flojeó en exceso. Las mejores ocasiones eran amarillas, pero el Madrid amenazaba de vez en cuando, aunque Vinicius y Benzema eran incapaces de verse entre ellos. Sí lo hicieron, al fin, en el minuto 40, tras la primera aparición de un Fede Valverde que andaba perdido sobre el campo. Pero el remate del brasileño lo sacaron Pepe Reina y sus cuarenta años.
No hubo goles en el primer acto, pero el encuentro era de esos de los que la gente dice que sólo hay en la Premier para menospreciar la competición española. Y nada más reanudarse el encuentro tras el descanso el partido saltó por los aires, cuando un error de Mendy acabó en gol de Yeremy Pino ante un Courtois tampoco demasiado afortunado. Otra vez el Villarreal presionaba como si su plato de comida dependiera de robar el siguiente balón. Y el Madrid se muestra siempre especialmente incómodo cuando hay aliento del adversario en el cogote y el marcador no aprieta.
Dos penaltis de chiste por manos involuntarias
Tocaba cargar con la caballería ligera, pues. Así que el equipo se arremangó y se fue a por el empate. Pudo serlo en un remate de Benzema que salvó Foyth bajo palos de manera milagrosa, pero lo arregló el VAR: en el inicio de la jugada el balón rozó en la mano del argentino y se decretó penalti. Una de esas manos involuntarias que nunca hubieran sido penalti hace cinco años. El lanzamiento lo anotó Karim y puso las tablas en el marcador. Pero casi a renglón seguido, Alaba se tropezó en el área y, al incorporarse, el balón impacto igual de involuntariamente en su brazo que en la jugada anterior. Otra vez penalti. Otro gol, esta vez de Gerard Moreno, que cuajó un partido de alto nivel.
Independientemente de lo sucedido con los penaltis por manos involuntarias, el VAR sigue demostrando, partido tras partido, que es lo peor que le ha podido pasar al fútbol en su historia, convirtiendo un deporte maravilloso en una especie de reality show en el que lo interesante es saber cuándo aparecerá para estropear el espectáculo. Ancelotti por fin espabiló, intentó arreglar la defensa con la entrada de Lucas y quitando a un inoperante Mendy y metió a Rodrygo, futbolista afilado para intentar abrir la lata.
No parecía el día de los blancos. El Villarreal se sacudió el asalto a tumba abierta del Madrid, que no dispuso más que de dos ocasiones, y pegó un par de sustos a Courtois, sobre todo en una jugada maradoniana de Pedraza que si llega a acabar en gol hubiera sido el tanto no sólo de la temporada, sino de la década. Parejo con su frialdad reinaba sobre un campo efervescente, y el Madrid no parecía ser capaz de encontrar la forma de lograr la igualada.
Así que llegó una derrota que fue, pese al VAR, inapelable. El Villarreal jugó mejor. Más intenso, con más ritmo, con más interés desde el primer balón. El Madrid, ay, se quedó un escalón más abajo y así no le ganas a nadie. Ni en tu liga ni en las ligas que se te ocurran inventar. De momento, esta Liga 22-23 se pone un poco más cuesta arriba.