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La sorpresa final de Ancelotti en un discurso lleno de orgullo

El técnico italiano del Real Madrid agradeció a sus jugadores la exhibición que dieron en el Nou Camp y, cuando nadie lo esperaba, les comunicó que hoy no tendrían que ir a entrenar.

Ancelotti, junto a Xavi Hernández, en la banda del Camp Nou anoche.

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No todos los días se humilla al gran rival futbolístico en su propio campo. Es, exactamente, lo que sucedió anoche en el Nou Camp cuando, tras una primorosa segunda parte, el Real Madrid pasó por encima del Barcelona y se garantizó disputar la final de la Copa del Rey el próximo 6 de mayo en Sevilla frente a Osasuna.

Muchos son los futbolistas del Real Madrid que salen fortalecidos del duelo en Barcelona. Por supuesto, Benzema, que recuperó su mejor estado de forma marcando tres de los cuatro goles, pero también Vinicius, que abrió la lata consiguiendo el primero en el último minuto del primer tiempo y tras un contragolpe de manual, pero también Camavinga, imperial donde le pusiera Ancelotti durante todo el encuentro.

Las escenas de alegría en el bando madridista se multiplicaron a la conclusión del encuentro, sabedores de que habían superado por completo al equipo que, con toda seguridad, será campeón de Liga, pero que no ha pasado de ramplón durante todo lo que va de campeonato. Evidentemente, las bajas de Pedri, De Jong, Dembele y Christensen algo tuvieron que ver, pero la imagen del Barça en la segunda parte fue algo más que lamentable.

El propio Ancelotti, en rueda de prensa, certificó que el partido para su equipo había sido "completo, cuando ganas 0-4 aquí, en todos los sentidos. Hemos leído bien el momento de sufrimiento del equipo en la primera parte, con dificultad en la salida de balón. El primer gol cambia la dinámica, luego encontramos espacios en transiciones y creamos mucho daño en la segunda parte".

El técnico, pese a que pueda parecer señalado por alguna parte del entorno blanco en algún momento, fue claro: "Ninguna reivindicación, de ningún tipo. No me he reivindicado de nada. Estoy muy feliz porque tengo la suerte de entrenar a un gran equipo y a un gran club".

Emotiva charla en el vestuario

Ya dentro del vestuario, a Ancelotti se le vio emocionado con la exhibición de sus jugadores y lo quiso exponer apelando al orgullo que había sentido. "Antes de todo os quiero felicitar. Es un orgullo ver un partido así. Sentarse en el banquillo y ver un partido así es un orgullo para mí y para todos los que trabajamos con vosotros. Os dije una mentira, no era una final, era una semifinal; la final tenemos que jugarla...", les dijo a sus jugadores.

Y, cuando aquello parecía que se quedaba en nada más, el técnico italiano pronunció las palabras que todo el vestuario estaba esperando. "Y mañana, día libre"... y los futbolistas estallaron en júbilo.

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