Real Madrid 1 - 1 Atlético: Marcos Llorente decide que sigue habiendo Liga
Un tanto del ex canterano blanco en el minuto 93 en un error defensivo blanco permite empatar a los rojiblancos en el Bernabéu. Brahim adelantó a los de Ancelotti, que jugaron sin Vinicius
En el minuto 93, que estas cosas las carga el diablo, y sin merecerlo. La ley del ex, en su versión más cruel. Un antiguo canterano, Marcos Llorente, le comió la tostada a su antiguo equipo para lograr el empate (1-1) del Atlético en el Bernabéu ante el Real Madrid. Los blancos se adelantaron con gol de Brahim y apenas sufrieron, pero un error defensivo en la que podía ser la última jugada del partido permite que LaLiga siga abierta. Y el Atlético, aunque mínimas, aún conserva opciones.
Se plantó el Madrid en el derbi sin Rudiger, que no se pudo recuperar del trompazo que se llevó en Getafe, y en el calentamiento se lesionó en las cervicales Vinicius. Así que Ancelotti tuvo que tirar de una defensa de la pitufosfera, que diría un socialista (Carvajal y Nacho como centrales, Lucas Vázquez y Mendy en los costados) y de Brahim acompañando a Rodrygo en punta.
Mientras, el Atlético había amenizado la semana protestando por todo lo que rodeaba el partido. Que si les fastidiaba en Copa, que si el Madrid ponía el techo, que si los árbitros... Lo de siempre. Pero los de Simeone, en vez de salir hiperventilando al partido, salieron como un pensionista que va a comprar acelgas, con su penca. A paso de tortuga y desentendiéndose de todo lo demás. Y eso el Madrid no lo desaprovechó.
Arrancó mejor el partido, supo hacerse con el control del juego gracias al metrónomo de Kroos y, a la primera que tuvo, embocó el primer tanto del partido. Lo marcó Brahim, después de aprovechar la falta de tensión rojiblanca, con tres errores infantiles: un mal despeje y dos rebotes en Koke y Saúl. El tanto hacía justicia, porque los locales eran mejores.
El tanto sí sirvió para activar un poco al Atlético. Tampoco en exceso. De Paul se puso a refunfuñar, y el argentino cuando refunfuña es cuando sirve para algo. Griezmann entró en contacto algo más con el balón y como es el mejor jugador de su equipo de largo, los rojiblancos parecieron algo. Savic dispuso de una ocasión pintiparada tras un córner, pero su cabezazo se le fue fuera. Pero fue en el arranque del segundo tiempo; otro testarazo suyo fue gol, pero Saúl andaba haciendo pantalla a un Lunin que trataba de parar el balón desde dentro de la portería y el tanto fue anulado por fuera de juego. El fuera de juego más estúpido de la historia, pero órsay.
El Madrid ya había decidido dar un paso atrás, y el Atlético, como siempre que juega contra los blancos y se ve por detrás en el marcador, cambiar el plan de partido. Simeone puso toda la carne en el asador de una parrilla en la que los dos equipos andaban dándole la brasa al de siempre, el árbitro. Los de Ancelotti desperdiciaban contras claras, mientras que los de Simeone sólo encontraban algún resquicio para incomodar a un inseguro Lunin en los típicos errores cómicos de Mendy, el jugador menos estético del fútbol europeo.
Precisamente un mal control del francés provocó la mejor ocasión rojiblanca, que terminó con un centro de Correa, el que se iba a Arabia y se quedó en Canillejas, y un taconazo sensacional de Griezmann que logró rechazar Lunin. Ahí se le fueron las opciones del empate al Atlético, un equipo que en cada uno de los tres choques en que se había medido a los blancos esta temporada le había hecho al menos tres goles y que en este liguero, el de la Pitufosfera defensiva blanca, no estaba logrando hacer ninguno.
Pero lo hizo, en el minuto 93, esas cosas que pasan. Lo marcó además Llorente, el nieto de Grosso, el sobrino-nieto de Paco Gento, en la única indecisión defensiva madridista del partido, con Carvajal y Nacho dudando sobre quién ir a un melón de cabeza de Depay y dejando la casa sin barrer. El Madrid, que tenía la Liga casi en el bolsillo, deberá tener que seguir peleando mucho. Y el Atlético, que se había quedado sin esperanza, la recuperó. Estamos en febrero y aún queda mucha tela que cortar. Demasiada.