Sainz pone patas arriba la Fórmula 1 con un triunfo de ley en Australia
Carrerón del madrileño para conseguir ganar su tercer Gran Premio como piloto de Ferrari, equipo que no le quiso renovar. Alonso, brillante sexto con un Aston Martin que no aspira a más
Se podría hacer el chascarrillo fácil. Carlos Sainz cortó los dos apéndices al GP de Australia, justo dos semanas después de que fuera operado de apendicitis en Arabia Saudí, perdiéndose la carrera en Yeda. Pero mejor darle una vuelta: porque lo del madrileño en Melbourne fue, efectivamente, un carrerón de dos orejas (para el rabo le faltó haber conseguido también la vuelta rápida, algo a por lo que no fue) pero sobre todo, fue un triunfo de ley. Es la tercera victoria del hijo del Matador en la F1, todas con Ferrari. Alonso, en otra proeza de esas que pasan inadvertidas, llevó su Aston Martin a la sexta plaza, pero una sanción seis horas tras la carrera le dejó finalmente octavo.
Pero lo primero es hablar del carrerón de Sainz. Partía segundo en la parrilla pero, tras la largada, en apenas vuelta y media se había zampado al coloso Verstappen para ponerse primero y empezar a poner tierra de por medio con el tricampeón del mundo. El primer golpe de efecto llegó pronto: el Red Bull del holandés comenzó a padecer severos problemas de frenos y tuvo que retirarse con la rueda trasera derecha envuelta en llamas.
Posiblemente hubiera dado igual, porque el ritmo del aún convaleciente Sainz (daba hasta lástima verle subir y bajar de su bólido, dolorido, con las secuelas de la intervención quirúrgica expuestas) era superior al del monoplaza energético. Sainz mantuvo a raya a una jauría de lobos tras de sí (los McLaren de su amigo Norris y del local Piastri) y al tigre Leclerc, que si fuera periodista no cumpliría jamás la máxima aquella de "perro no come perro" porque el perro le encanta, hasta a la carbonara.
"Sigo sin trabajo para el próximo año", bromeaba Sainz al pasar la ajedrezada, tras gestionar magistralmente la degradación de los neumáticos, la duración de los stints y los momentos oportunos para entrar en boxes. Por detrás, la pelea era cruenta. El Mercedes de Hamilton decía adiós con problemas mecánicos y en McLaren parecían liarse con las paradas en boxes, haciendo lo contrario de lo que parecía lógico. Leclerc acabó segundo y Norris, tercero.
Y efectivamente, el hombre que le ha dado los dos últimos triunfos a Ferrari estas dos ultimas temporadas, las dos únicas carreras que no ha ganado un Red Bull, sigue sin volante para el futuro. Del piloto que la del Cavallino ha decidido cargarse para dar entrada a Hamilton. Ofertas no le faltan, pero sí, no tiene trabajo para 2025. Con actuaciones así es como se pone patas arriba la F1.
Alonso, del sexto al octavo saliendo décimo
Fernando Alonso esta vez no estuvo en el foco, porque no peleó por el podio. El Aston Martin no parece no sólo que vaya a ser capaz de guiarle a la treinta y trés, es que hasta subir al podio parece una quimera ahora mismo. El asturiano salió décimo y a la contra, el único con neumático duro de toda la parrilla, y esa jugada le salió bien gracias al coche de seguridad virtual provocado por el abandono de Hamilton. Por delante, los dos Ferrari, los dos McLaren y un Red Bull. Aprovechó el abandono de Verstappen y el mal día de Mercedes, porque Russell se pegó una garrapiñada importante en la última vuelta cuando trataba de adelantarle. Por esa acción, los comisarios decidieron sancionarle y Alonso perdió la sexta plaza para ser finalmente octavo. Pero conviene no frustrarse: el Aston Martin está para ser como mucho noveno todas las carreras. El resto lo pone Alonso, aunque le sancionen.