Carolina Marín se lesiona la rodilla y abandona una semifinal que iba ganando

El sueño truncado en mil pedazos, otra vez. La mala suerte cebándose con ella. Carolina Marín, nuestra loba, la campeona olímpica en badminton en Río 2016, la que se perdió los Juegos de Tokio por una gravísima lesión en la rodilla, llegaba a París para comerse el oro de nuevo. Pero otra vez la rodilla le ha dejado sin premio.

Retumbaba su llanto desconsolado en el Arena Porte de la Chapelle. Un grito que te arrugaba el alma. El público aplaudía tratando de darle calor a una deportista destrozada. Cuando iba dominando con comodidad su partido de semifinales ante la china Bing Jiao (21-14 y 10-5), su rodilla se hizo trizas tras un smash.

Fue atendida por los médicos. Carolina se levantó, se puso una rodillera e intentó continuar en el partido, asegurar la plata, no abandonar. Todo pundonor. Pero no pudo continuar, la sensaciones no son buenas. La rodilla no aguanta. Carolina se tiró al suelo, se puso a llorar y su llanto resquebrajó las vigas del pabellón.

La onubense no pudo parar de llorar. Su llanto era recogido por los micrófonos de ambiente y era imposible no compadecerse de una deportista ejemplar. Echándole arrestos, Carolina Marín declinó salir de la pista en silla de ruedas y pidiendo perdón: si es su último partido en unos Juegos, saldría de pie. Derrotada por la maldita rodilla, pero de pie. Es una campeona. Nuestra campeona. Y volverá más fuerte.