Como un título: a falta de ganar trofeos, el Atlético ya celebra fichajes por todo lo alto
El club rojiblanco se inventa una 'Noche de Bienvenida' que congrega a 30.000 simpatizantes colchoneros en el Metropolitano para presentar a todos los refuerzos del equipo masculino y femenino
30.000 simpatizantes en la grada del Metropolitano. Allí en Canillejas, lindando con Coslada, quien no celebra es porque no quiere. El Atlético, a falta de títulos que llevarse al zurrón y ante la imposibilidad de pelear por ellos desde hace ya algunas temporadas, ideó un evento para contentar a parte de su parroquia.
Inspirado en uno de los acontecimientos más pomposos (y casposos) del florentinismo del eterno rival, el Real Madrid, el Atlético se ha decidido a celebrar... fichajes. Abrir el estadio para presentar a los jugadores que reforzarán al equipo la próxima temporada. Un sinsentido que atrae a los consumidores del nuevo fútbol, a los medios de comunicación y a unos pocos turistas, pero que deja al socio más frío que el iceberg del Titanic
El sinsentido es mayúsculo: algunos jugadores ya han disputado la primera jornada de Liga y el aficionado ya le ha visto en acción. Además, el mercado sigue abierto hasta el 30 de agosto y el Atlético busca aún un refuerzo para la portería (¿se irá Oblak?) y un central zurdo, como poco. Pero esos dos nuevos no tendrán fiesta, si es que llegan. Refuerzos de primera y de segunda, se podría decir. Desigualdades.
Pompa y folclore atlético
Ocho jugadoras del Atlético femenino (sólo faltó una jugadora, convocada con la selección Sub-20) y cuatro del masculino: LeNormand, Sorloth y las dos grandes estrellas del mercado atlético: el inglés Gallagher y el argentino Julián Álvarez.
Espectáculo de folclore colchonero con motocicletas, un grupo de música que tocaba diferentes instrumentos enervando la grada al ritmo del Thunderstrack de AC/DC acompañado de un show de luces... Y por supuesto la dedicatoria a los que hacen estas cosas en La Castellana: "quien no bote madridista es". Los nuevos fichajes, claro, tuvieron que botar. Cualquiera se atreve a no hacerlo.