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Kylian Mbappe, en Las PalmasOscar J. Barroso

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Lleva unos partidos Vinicius jugando con un peinado estéticamente demoledor. Contra el degradado de moda, que nació en el Reino Unido hace cien años para evitar los piojos durante la Primera Guerra Mundial, un manojo de espárragos desperdigados por la cabeza. Y el Real Madrid, su equipo, anda un poco así, hay algo que no funciona e indefectiblemente dan ganas de apagar la tele y mandarlo a esparragar.

Los de Ancelotti empataron en Gran Canaria ante Las Palmas (1-1) en un partido otra vez flojísimo de los actuales campeones de LaLiga y Champions, dos igualadas y una aburridísima victoria en tres encuentros ligueros. El tufillo en el ambiente es a Galácticos 2.0, pero no por el recién llegado Kylian Mbappé, que no tiene nada que ver con lo que sucede, sino porque la confección de la plantilla recuerda a aquella del desplome inacabable del primer florentinato.

¿Recuerdan? Florentino iba fichando 'galácticos' (Figo, Zidane, Beckham, Owen) y mediocridades absurdas para la defensa y el centro del campo (Conceiçao, Pablo García, Gravesen, Walter Samuel, Woodgate) mientras dejaba ir a futbolistas de probada valía y diferente peso específico en la plantilla porque no encajaban con su idea de club (Redondo, Makelele, Geremi, Karembeu).

Ahora no es que el club se desprenda de jugadores, es que se van. Kroos decidió retirarse y el Madrid no ha cubierto esa inmensa pérdida. Modric, no se ha ido, pero se lleva yendo por fascículos unos años y está, que me perdone uno de los mejores jugadores del Real Madrid en su historia, para sopitas. Nacho era la fiabilidad hecha defensa, se fue y su recambio es el eterno descartado (¡hasta en el Granada!) Vallejo.

El nueve de área, Joselu, también se fue, y su parche es un 'brasiniño' que no sabemos si es de Villaconejos o de regadío, cualquiera sabe cómo saldrá ese melón. El segundo portero, Lunin, quería irse. Militao y Alaba, dos centrales que viven del físico, han tenido gravísimas lesiones y nadie ha debido caer en la cuenta de que lo mismo no volvían a ser los mismos: madridista precavido vale por dos.

Podría seguir. Y señalar con el dedo acusador a futbolistas que parece que están en esta plantilla de paso, o para ganar seguidores en Instagram.  Pero no es su culpa. La colección casi infinita de Champions que se acumulan en la sala de juntas del Real Madrid anula cualquier capacidad de crítica constructiva. Justo lo que pasó en la etapa del primer florentinato, la del galacticidio, la del Beckham de lateral derecho porque hay que hacerle sitio como sea. 

No es algo exclusivo, en cualquier caso, del presidente Pérez. El dolce far niente y la Quinta de los Ferraris con Lorenzo Sanz. La dolorosísima decadencia de la Quinta del Buitre con Mendoza, sin que nadie atajara de raíz el olor a naftalina... Ahora es Vinicius el que pone nombre a este grupo que ya veremos si es blanco, triguero o es para mandarlo a esparragar: la quinta de los espárragos.