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El Real Madrid está sumido en una profunda crisis en todas sus áreasEuropa Press

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Los madridistas que bailan al compás de la directiva en redes sociales decidieron hace unos años intentar descalificar a los que no compran su mercancía averiada con el término "vinagre". Pero ser "vinagre" y que te lo llame un afín a la directiva es como que te llame "ultraderechista" o "facha" Pedro Sánchez: se les acabó el amor de tanto usarlo.

Quien escribe estas líneas es, de hecho, un "vinagre", el más "vinagre" de todos. De la estirpe de los vinagres, el primero en su nombre. Hoy toca vinagreta, porque el Real Madrid, se pongan como se pongan, está sumido en una crisis que alcanza a todos los niveles de la entidad. Lo más visible es la parte deportiva, claro. Pero es que no sólo ahí la carcoma está dejando tiritando el armazón de uno de los portaaviones más emblemáticos del deporte mundial.

Dos derrotas consecutivas ante dos de los cuatro adversarios eternos de los blancos, faltaban Atlético y Bayern. Sendos trastazos por goleada, y en casa. 0-4 ante el Barcelona. 1-3 ante el AC Milan. Las costuras de un equipo cogido con alfileres (Mbappé metido con calzador, Bellingham desubicado, escasez de talento en el centro del campo, falta de centrales de garantías, incapacidad para encontrar un sustituto de Kroos...) saltaron por los aires. El Madrid, a primeros de noviembre, tiene la temporada ya algo más que atravesada.

Pero es que no es sólo el fútbol. El equipo de baloncesto, una máquina extraordinariamente engrasada hasta el verano, no sabe qué es ni lo que quiere ser. Se marcharon jugadores históricos y trascendentales y a Chus Mateo le han traído unos yogures que, tras levantar la tapa, apenas se lee "sigue jugando". El equipo de fútbol femenino, tras cuatro temporadas, continúa sin haberle sido capaz de arañar un empatito al Barcelona. Y la cantera, La Fábrica, es un sindiós donde se producen jugadores para ser vendidos y cuadrar balances y no efectivos para el primer equipo.

El estadio, los euros, el modelo de propiedad...

Todo viene provocado, claro, por el gatillazo del estadio. Todas las ideas que se iban a poner en marcha para conseguir ingresos extra han sido tumbadas por la Justicia: el hotel, el centro comercial, la galería de restaurantes premium, los conciertos, los aparcamientos... El Bernabéu sobrevive a base de abonos, el Museo, la tienda, el par de restaurantes que han resistido a las grúas y los eventos corporativos que ya se hacían antes de la remodelación. Quedan la fábrica de cerveza y el mercadillo, pero las ideas se agotan y el estadio no genera nada de lo prometido.

Esa falta de ingresos tiene al Madrid sumido en pánico, tanto como para que su transformación en "otro modelo de propiedad", que es como vende el oficialismo que el club se va a transformar en Sociedad Anónima Deportiva antes incluso que el Barcelona de Bartomeu y Laporta, esté ya sobre la mesa de la próxima Asamblea, a finales de este mes: en un club social donde los socios no cuentan nada, es hasta lo más lógico. Lo que no cuadran son los tiempos. Justo ahora, que el valor de la entidad es mucho menor que en verano por todos los fiascos acumulados y la tremenda erosión de la imagen de la entidad.

La falta de ingresos también redunda en que el Madrid no sale al mercado a reforzar sus plantillas, a crear proyectos ganadores. El dinero que entra es para tapar agujeros. El discurso oficial asegura que es por la inflación provocada por los clubes-estado, pero quizás, solo quizás, tiene que ver el hecho de que hay que pagar la inversión en un mastodóntico estadio que solo sigue generando ingresos cuando hay partido. Y nada más, que diría la cancioncilla de la Décima que ha desplazado definitivamente al himno del club, el de las mocitas madrileñas que van alegres y risueñas porque juega su Madrí.

Pero si hay más. Dicen eso que los periodistas llamamos "fuentes generalmente bien informadas" que un histórico de la guardia pretoriana de Florentino Pérez está de salida. Puede ser el 31 de diciembre o a final de temporada. Su marcha supondría un cambio de paradigma dentro del club, un terremoto. Y casaría con ese cacareado "cambio de modelo de propiedad" y con el fiasco del estadio. El Madrid, sí, está en crisis. De arriba a abajo. Ya pueden llamarme vinagre de nuevo.