El negocio en torno a las mascotas sigue creciendo
El primer tanatorio dedicado a los animales de compañía, Cremamur, quiere expandir su particular forma de dar el último adiós a los compañeros más fieles que tenemos.
El primer tanatorio animal que se abrió en España, Cremamur, ha desarrollado una curiosa forma de dar el último adiós a los animales, un negocio de éxito que ahora pretende expandirse. Ofrece sus servicios a un precio que oscila entre los 150 y 600 euros, dependiendo del peso de la mascota o de los detalles funerarios, explica el gerente, Ricardo Zambudio. La idea arrancó hace 13 años en Murcia, cuando no había ningún otro en España, y ahora quiere franquiciarse no solo por España sino también internacionalmente
Perros; gatos; todo tipo de aves, hasta loros; reptiles, e incluso, un caimán, han acudido a este tanatorio para ser incinerados y velados. Del orden de 2.000 animales de compañía al año reciben. Esta empresa, que recoge mascotas de Murcia, Albacete, Alicante y Almería, dispone de unas instalaciones físicas en Librilla (Murcia), donde tienen habilitada una “sala de relax”, otra de “exposición de urnas”, una sala de velatorio y una cafetería.
Las mascotas, igual que cualquier mortal, reciben coronas de flores con mensajes como “siempre en nuestro corazón, gracias por tu amor incondicional, tu bondad, tu cariño o siempre te recordaremos”, explica el gerente mientras muestra distintas fotos del libro de firmas o de las coronas de flores recibidas, no así de velatorios porque “es un momento muy íntimo y delicado y no procede” asegura.
Aunque es el primer tanatorio que abrió en España para mascotas, no es el primer crematorio, ya que esto sí existía antes, afirma Ricardo. Ahora el resto de tanatorios nos han copiado la idea, pero trabajan de otra manera. Está feo que lo diga yo, pero somos los que mejor lo hacemos, asegura. “Tenemos un sistema de trabajo exclusivo, un tanto secreto y cuidamos hasta el más mínimo detalle”.
En Cremamur trabajan cinco personas. Ricardo hace las labores de gerente y comercial; mientras que las otras cuatro personas se dedican al transporte de las mascotas y a la incineración. Factura unos 400.000 euros al año, gracias a que el modelo que ofrecen es exclusivo y diferenciado frente al de la competencia. “Creemos que es un negocio que funciona y en el futuro funcionará todavía más”, afirma este murciano de 43 años al que se le ocurrió la idea de poner en marcha esta compañía después de que muriera su perro y viera “la falta de sensibilidad y respeto que tuvieron para incinerarlo”. Pensó que su animal merecía un trato mejor y así emprendió este negocio.