Diez motivos para apostar por la marca a la hora de tomar medicamentos
¿Por qué es mejor un producto de marca que uno genérico en un ámbito tan sensible como la salud y la ingesta de medicamento? Hay diez poderosas razones. Y son éstas.
La primera aunque pueda parecer una boutade descansa directamente sobre la profesionalidad de nuestros médicos. En España los facultativos tienen la entera libertad para prescribir por marca en el ámbito del Sistema Nacional de Salud pues son ellos, los que deben decidir cual es la forma más apropiada para tratar al paciente al margen del coste que represente este medicamento.
Conviene aclarar que la marca propuesta por el laboratorio farmacéutico debe ser aprobada por las autoridades sanitarias, que verifican si la denominación solicitada se ajusta a la finalidad concreta del medicamento, evitando además que se confunda con otros productos de farmacia y con otros medicamentos.
La marca supone una ayuda sustancial para el paciente, puesto que suele ser mucho más fácil de recordar y de pronunciar que el principio activo, lo que facilita su identificación y favorece la adherencia al tratamiento.
Los medicamentos de marca están al mismo precio que los genéricos, dado que en el ámbito de la prestación farmacéutica pública el sistema de precios de referencia iguala el precio de las presentaciones originales y genéricas. En nuestro país, más del 82% de los medicamentos dispensados en farmacia están a precio de genérico, por lo que no importa desde un punto de vista de ahorro si la prescripción se realiza por principio activo o por marca. Ni al sistema sanitario ni al paciente (copago) le resulta más cara la receta por marca.
El paciente puede pedir la marca si cree que de esta forma estará mejor tratado y en línea con esto permite establecer una vinculación continuada con el medicamento. Además, la prescripción por marca evita cambios en la dispensación. La ley establece que, con carácter general, en la farmacia debe dispensarse el medicamento prescrito.
Cuando se hace una prescripción por principio activo, los envases de medicamentos dispensados pueden tener apariencias, formas y colores diferentes, lo que añade, en ciertos casos, mayor complejidad a la continuidad del tratamiento, especialmente en algunos colectivos de pacientes (ancianos, polimedicados o crónicos).
La marca supone una ayuda sustancial para el paciente, puesto que suele ser mucho más fácil de recordar y de pronunciar que el principio activo
Conforme a la normativa de farmacovigilancia, los profesionales sanitarios tienen la obligación de notificar las sospechas de reacciones adversas de los medicamentos autorizados. Si la prescripción se realiza por marca se facilita la correcta cumplimentación de la notificación. La Tarjeta amarilla requiere que las notificaciones de medicamentos se realicen por su “nombre comercial” (no por su principio activo), con objeto de asociar a un medicamento concreto dicha notificación y poder informar, en su caso, al laboratorio afectado.
La continuidad de la marca en algunos colectivos de pacientes es especialmente relevante porque contribuye a mantener la estabilización de tratamientos instaurados.
Si se incentiva la prescripción por principio activo, la viabilidad de la marca, que comercializa toda la gama de presentaciones, se debilita significativamente y puede llegar a desaparecer, puesto que la prescripción por principio activo se concentra, con políticas comerciales agresivas, sólo en determinadas presentaciones, por lo que muchas veces la marca queda relegada a presentaciones minoritarias. Las compañías que comercializan medicamentos de marca mantienen responsablemente toda la gama de presentaciones.
Más del 82% de los medicamentos dispensados en farmacia están a precio de genérico, por lo que no importa desde un punto de vista de ahorro si la prescripción se realiza por principio activo o por marca
Europa se encuentra actualmente en un escenario en el que los desabastecimientos de medicamentos maduros, muchos de ellos sin competencia genérica debido a su bajo precio, tienden a incrementarse. Los países necesitan, cada vez más, retener la capacidad de producción de este tipo de medicamentos que tienen un alto interés terapéutico para los pacientes y para los sistemas sanitarios.
Las compañías de pequeño y mediano tamaño y compañías nacionales de medicamentos originales, pueden jugar un papel clave para minimizar los problemas de suministro de algunos de estos medicamentos clásicos (sin competencia genérica), puesto que tienen capacidad y experiencia para garantizar la fabricación de muchos de estos fármacos, en riesgo de desabastecimiento, si se les proporciona un reconocimiento a través de la marca.
Competir y producir
Por último, las compañías de capital nacional que poseen medicamentos originales propios comercializan, generalmente, medicamentos consolidados en el mercado e identificados por su marca de indiscutible importancia e interés para el SNS.
Las empresas nacionales también pueden comercializar marcas de otros medicamentos originales, resultantes de acuerdos de licencia con laboratorios de dimensión internacional. Para estas compañías nacionales, que vertebran un importante tejido industrial en nuestro país, la marca es un verdadero activo empresarial, puesto que les permite diferenciar sus productos –y responder por ellos– y competir en el mercado.