La gripe común en tiempos de coronavirus
La gripe común causó 6.300 muertes en España en la última campaña, según datos del CSIC, entre los 525.300 casos registrados. Requirieron hospitalización un total de 35.300 pacientes.
La preocupación por la epidemia de coronavirus ha hecho que la preocupación social por la gripe estacional pase a segundo plano, pero lo cierto es que esta sigue infectando a la población y conviene analizarla.
En este sentido, la gripe común causó 6.300 muertes en España en la última campaña, según datos del CSIC, entre los 525.300 casos registrados. Requirieron hospitalización 35.300 pacientes. Según la organización Mundial de la Salud, las epidemias anuales de la gripe estacional causan de 290.000 a 650.000 muertes en todo el mundo.
¿Por qué entonces tenemos esta actitud tan diferente ante el coronavirus? La gripe estacional cada año infecta a aproximadamente del 10% al 30% de la población europea y causa cientos de miles de hospitalizaciones en todo el continente, sin embargo, a pesar de afectar a los mismos grupos de riesgo, alrededor del 0,1% de las personas que contraen la gripe mueren, mientras que la tasa de mortalidad del coronavirus es ahora de alrededor del 3-4%, según la OMS, aunque podría variar a medida que evolucione la enfermedad.
El nuevo virus parece capaz de infectar a millones de personas. En España, contando solo casos leves en atención primaria, el sistema de vigilancia de la gripe estima, tal y como hemos mencionado, alrededor de medio millón de contagios, por lo que si partimos de 20 enfermos de cada enfermedad y asumimos un ciclo de contagios de siete días, pasadas 12 semanas habría 466 infectados de gripe común y más de 30.000 de Covid-19.
La gripe y el coronavirus tienen unos síntomas muy similares, si bien la gripe suele conllevar fiebre de más de 38º, dolor muscular, malestar general y falta de energía, dolor de cabeza, tos y, en menor medida, congestión nasal, estornudos, ojos llorosos e irritación de garganta.
Hay que recordar que el virus de la gripe es un tipo de patógeno que tiene una mayor incidencia durante el invierno cuya temporada comienza en torno al mes de noviembre y finaliza en el mes de marzo o abril. Así, los picos de máxima incidencia se suelen registrar cada año entre enero y febrero.