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El sablazo que sufre España: paga más por todo con la mitad de renta que Europa

La subida de la luz coincide con el mayor esfuerzo fiscal y las tarifas más altas de telefonía

Pedro Sánchez, junto a una ininteligible factura de la luz

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Javier Rodríguez

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España no es país para currantes. Parafraseando a los hermanos Coen en su célebre película con Javier Bardem al frente del reparto; un español medio gana menos de la mitad que un alemán pero paga un 50% más de impuestos. Y también soporta una tarifa eléctrica o una factura de telefonía que muy pocos países europeos aplican a sus ciudadanos.

El estudio realizado por ESdiario, con cifras oficiales de Eurostats y otras instituciones económicas de rango institucional como el FMI, el Banco de España o la OCDE, dibuja un auténtico infierno para el contribuyente medio, resumido en una idea: es uno de los que más paga de entre el grupo de países desarrollados pero, a la vez, es uno de los que menos cobra.

La subida eléctrica, que coincide con la puesta en marcha este 1 de junio de un nuevo recibo que recarga las tarifas en los tramos horarios de mayor consumo, es la gota que desborda el vaso. O sería más correcto hablar de barreño.

Por resumirlo y que se entienda, la factura dependerá básicamente del horario en que su consuma electricidad, con tarifas distintas en función del día u hora. De 10 a 14 y de lunes a viernes será la “hora punta”, con la tarifa más cara. Y de 8 a 15 horas, en general, la factura será mayor también, con tramos de tarde también disparados y la madrugada como refugio del ahorrador.

El recibo que aumenta un 60% el precio de lo consumido

Dicho de otra forma, lo más rentable será utilizar los electrodomésticos por las tardes, las noches y los fines de semana si se quiere contener el coste del consumo, que ya es altísimo y soporta una fiscalidad desmedida: casi el 60% de lo que se paga deriva de los tres impuestos que soporta la luz y de otros conceptos tan etéreos como el "déficit tarifario".

El recibo tiene el IVA más alto posible (21%)); el Impuesto sobre la Electricidad (5.1%) y el Impuesto sobre el Valor de la Producción de Energía Eléctrica (7%), teóricamente aplicable a las productoras de energía pero al final cargado en el consumidor.

Un español se queda con telarañas al sumar lo que paga en impuestos y el coste de los suministros como casi nadie en Europa

El nuevo recibo coincide con los precios más altos desde 2008 y un dato que lo resume todo: en el último año, en plena recesión por la pandemia y de mayor consumo por el teletrabajo; el coste del megavatio ha subido casi un 216% con respecto a mayo de 2020. En síntesis, si hubo protestas de primera línea con una subida en tiempos de Rajoy de entre el 2% y el 4%, ahora se acumula una del 44% en plena recesión.

Más sablazos

Este sobreprecio se une a otros ya existentes y a otros que se da por hecho van a llegar en los próximos meses: España, con la mitad de renta que Alemania; soporta el quinto mayor esfuerzo fiscal del mundo; la quinta factura energética más costosa de Europa y el sexto europeo en el mejor de los casos, sino peor, con la tarifa de móvil y fibra más cara.

En términos fiscales, el esfuerzo de los españoles ya es abrumador, sin contar siquiera con las subidas anunciadas por el Gobierno, en su informe remitido a Bruselas para lograr los Fondos Europeos, que incluyen Patrimonio, Sucesiones, Donaciones y Sociedades; además de probables incrementos en el IVA y en un sinfín de impuestos indirectos.



El truco que utiliza Moncloa para aumentar el ataque al bolsillo es esconder el "esfuerzo fiscal" y sustituirlo por la llamada "presión fiscal" para comparar el 41% sobre el PIB que España recauda por impuestos con el hasta el 50% que logran ingresar los países del entorno.

En realidad, si la cuenta se hace por el esfuerzo que cada contribuyente hace en relación a su renta, la conclusión es bien distinta, con datos oficiales del Ministerio de Hacienda, de Eurostats y del Instituto Juan de Mairana: solo cuatro países de Europa meten más la "mano en el bolsillo" que España. Se trata de Portugal, Grecia, Italia y Francia, y en los dos últimos las rentas son mayores y en consecuencia el impacto menor para el contribuyente.

La cifra que utiliza intencionadamente el Gobierno le permite afirmar que España es el país número quince en presión fiscal, con la menor carga impositiva del mundo a excepción de países avanzados como Suiza, Estados Unidos, Irlanda, Reino Unido o Japón. Todos los demás, insiste Moncloa, son más exigentes con sus ciudadanos.

Ya se paga como en pocos sitios

Pero la realidad es bien distinta: España es la quinta economía desarrollada del mundo con más dureza fiscal para sus ciudadanos, solo superada por los cuatro países citados. Lo mide los llamados índices de Bird y de Frank, mucho más adecuados para saber la realidad: ambos tienen en cuenta los cotizantes reales, las rentas individuales y el esfuerzo fiscal que todo ello supone.

Con ese ranking, España es ya cuarta o quinta en todo el planeta, fruto de una evidencia incontestable: su nivel de paro, con una destrucción de empleo que duplica la de la Unión Europea en tiempos de pandemia, provoca que "pocos" hagan ya mucho esfuerzo.

Y lo mismo sucede con los precios de la telefonía móvil y de fibra óptica, entre cuarto y cinco veces mayores que en sus países de su entorno por una razón: la red nacional es de las mejores, sin duda, y el disparado coste del fútbol para los operadores acaba redundando en el recibo general, incluso de quienes no consumen ese servicio.

Si a ese paisaje se le incorpora la tributación general, la autonómica y la local, la conclusión es solo una: si los impuestos se llevan hasta el 50% de los ingresos de manera directa; el "tarifazo" en servicios esenciales como la luz o las comunicaciones deja la renta disponible prácticamente agotada.

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