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España se hunde en la competitividad mundial y ya es superada hasta por Chipre

El ránking de competitividad internacional desploma a España a la posición 39 de 64 países y refleja el mal resultado de la gestión económica del Gobierno.

Pedro Sánchez

Pedro Sánchez

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Yolanda Lorenzo

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La visión que tienen en el exterior de España cada día es más negativa. Al ridículo de la 'cumbre' con Joe Biden se suma ahora otro desastre en materia económica, ya que nuestro país se hunde en el 'Ranking de Competitividad Mundial' hasta situarse en el puesto 39 de un total de 64 países.Se trata de la peor posición para España desde 2014 como consecuencia principalmente a la mala gestión del Gobierno de Pedro Sánchez. La pérdida de competitividad de España contrasta con la evolución positiva de la gran mayoría de economías de Europa, que mejoran su posición respecto a la última edición, sin embargo, España cae tres puestos sin que este Gobierno actué para evitarlo.

Según los responsables del estudio, esta caída en la lista se debe a la falta de recursos para hacer frente a la pandemia de coronavirus y al desarrollo de "políticas erróneas en el apoyo a los sectores más afectados por la crisis" como el turismo, esencial en nuestro país y tan poco cuidado por parte de Pedro Sánchez durante la crisis del coronavirus.Además, añaden que los principales desafíos que tiene que solucionar la economía española están relacionados con preservar y fortalecer el sector empresarial; mejorar el clima empresarial para reactivar la inversión; impulsar la digitalización y la investigación científica, y mejorar la empleabilidad de los trabajadores, repensado políticas de empleo en el marco del diálogo social.El ranking evalúa hasta qué punto un país promueve la prosperidad de los ciudadanos, midiendo el bienestar económico a través de datos fríos y de las respuestas de encuestas de ejecutivos,, llegando a la conclusión que cualidades como la inversión en innovación, la digitalización, los beneficios sociales y el liderazgo, que dan como resultado la cohesión social han ayudado a las economías a capear mejor la crisis, permitiéndoles tener una clasificación más alta en competitividad, algo que no ocurre en el caso de España.

El lastre del desmedido paro

De hecho, la presente edición del ranking recoge el notable empeoramiento de España en dos de los grandes indicadores analizados, tales como el rendimiento económico, donde cae al puesto 42 desde el 31 que ocupó un año antes, a raíz de la posición rezagada que ocupa España en aspectos como el desempleo juvenil (62º), crecimiento real del PIB per cápita (62º) o la resiliencia de la economía (56º).Asimismo, España también retrocede este año en el indicador de eficiencia gubernamental, al pasar de la posición 44 a la 49, como consecuencia de una percepción muy negativa con respecto al sector público, especialmente en lo relativo a finanzas públicas, legislación sobre desempleo, creación de empresas y adaptabilidad de las políticas gubernamentales.

Pero además, otra muestra de la mala situación que deja en evidencia este ránking es que España ha sido superada en la lista por países como Tailandia, Lituania, Chipre, Kazajstán, Portugal, Indonesia o Letonia, mientras que Suiza que encabeza la lista ofrecida por el IMD. Pero a esta mala percepción de la situación económica española hay que añadir la cada vez menor relevancia internacional, cuya muestra más gráfica fue el 'paseíllo' en el que se convirtió la cumbre con Biden y a lo que hay que añadir la creciente tension con el Gobierno de Rabat.Marruecos sigue acrecentando el nivel de tensión, consciente, además, de que, aunque no cuenta con el respaldo de la UE, sí que tiene el apoyo de Estados Unidos en esta materia, después de que Trump reconociera su soberanía sobre el Sáhara, algo que el gobierno de Joe Biden no pretende enmendar y dejó claro en su encuentro en la OTAN.Tampoco ayudan sus ministros, Irene Montero recuperó el discurso de Pablo Iglesias sobre el Sáhara apelando al referéndum de autodeterminación en plena crisis con Marruecos, dejando vendido al Gobierno en medio del intento de destensar las relaciones con Rabat.Y aunque nadie se atreve a decirlo en público, el hecho de que ministros comunistas formen parte del Ejecutivo, tampoco gusta demasiado de cara al exterior y mucho más cuando s e encargan de airear su ideología apoyando a Cuba y a Venezuela.

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