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La cifra que hunde a Yolanda Díaz tras su entusiasmo por subir el salario mínimo

La subida del salario mínimo interprofesional (SMI) a 1.000 euros en 2022 resulta especialmente gravoso para las pequeñas empresas, según el informe.

Yolanda Díaz

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Yolanda Lorenzo

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Cuando el Gobierno, en sintonía con los sindicatos UGT y CC OO, decidió en febrero subir el salario mínimo interprofesional (SMI) a 1.000 euros, las patronales, CEOE y Cepyme, se descolgaron asegurando que el contexto económico lo desaconsejaba, puesto que las empresas aún se recuperaban del impacto del coronavirus, aunque este no era el único motivo.

Y es que el aumento del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) entre 2016 y 2021 ha evitado la creación de 161.000 puestos de trabajo, según se desprende del informe 'Salarios. Repercusión de la subida del SMI en la pyme española', elaborado por la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme). El informe analiza el impacto del salario mínimo en la pequeña y mediana empresa tras haberse elevado un 52,6% entre 2016 y 2022.

De acuerdo con el estudio, entre 2016 y 2019 la subida del SMI fue del 37,4%, lo que provocó que la creación de empleos elementales se "desacelerara fuertemente" y que, sin embargo, creciera más deprisa la creación de puestos de trabajo más cualificados. Frente a los argumentos de que un alza del SMI provoca una mejora en los colectivos más vulnerables, el informe advierte de que "daña más" a las mujeres, los jóvenes y los trabajadores menos cualificados y sin experiencia.

Cepyme advierte, además, de que la última subida del SMI en 2022 se está traduciendo en un 'efecto de segunda vuelta' sobre el resto de los salarios. "Ha creado una mayor homogeneidad retributiva a nivel nacional sin tener en cuenta la productividad del territorio, del sector ni del tamaño de empresa. Y la pequeña y mediana empresa está siendo la más perjudicada", ha asegurado.

En concreto, el estudio subraya que la productividad de las pymes es casi tres veces menor que las de empresas de más de 250 trabajadores, situación que se agrava por sector y territorio, afectando de forma distinta a sus márgenes y rentabilidad, y, por tanto, incidiendo en mayor medida a la de menor estructura.

A esto hay que sumar los problemas que muchas empresas arrastran de la anterior crisis derivada de la pandemia como es el sobreendeudamiento, el aumento de la morosidad y la falta de recuperación todavía en muchos sectores. Asimismo, el incremento de los precios tanto de las materias primas como de la energía, agravado por el conflicto bélico en Ucrania genera una "incertidumbre todavía mayor y unas consecuencias incalculables" por el momento

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