Pagan con recursos privados a los futuros contribuyentes
¿Son los padres con hijos más solidarios con el sistema de pensiones que los que no?
Sin embargo, el estado del bienestar no compensa esas diferencias con transferencias públicas. La externalidad es por tanto considerable.
Los profesores Gemma Abio (UB), Ció Patxot (UB) y Guadalupe Souto (UAB) abordan un tema tabú del que poco se ha escrito.
¿Son igual de solidarios con el sistema de reparto de pensiones que tiene España los ciudadanos que tienen hijos que los que no? Parece ser que no por diferentes motivos.
El trabajo trata de cuantificar los efectos externos derivados de la existencia de un sistema de Seguridad Social financiado mediante un mecanismo de reparto. En este contexto, los hijos de una parte de los ciudadanos, criados en buena parte con sus recursos privados, generan una externalidad positiva a las personas que no tienen hijos. Es decir, los impuestos que pagan estos niños y niñas una vez alcanzada la edad adulta sustentan los programas del estado del bienestar de todas las personas, independientemente de si han tenido o no hijos.
La cuantificación se aborda a partir de los datos que proporcionan las Cuentas de Transferencias Nacionales (NTA, National Transfer Accounts, por sus siglas en inglés) ya disponibles con datos de años recientes para España y otros países, en las que se recogen las transferencias intergeneracionales públicas y privadas que tienen lugar en un determinado momento.
El trabajo ofrece una breve introducción a esta metodología, así como los resultados para España y otros tres países europeos de un modelo de microsimulación dinámica que incorpora estimaciones de NTA desagregadas por sexo, tipo de familia y nivel educativo.
Ello permite simular las transferencias recibidas a lo largo del ciclo vital a través de la familia y del estado del bienestar, ofreciendo una cuantificación de la magnitud de la externalidad que genera tener hijos, en presencia de un estado del bienestar financiado vía reparto.
Los resultados indican que los padres de cualquier nivel educativo reciben alrededor de la mitad de las transferencias familiares netas a lo largo de su vida que los que no han tenido hijos y que el estado del bienestar no compensa esas diferencias con transferencias públicas. La externalidad es por tanto considerable.
Las autoras sostienen que estos resultados son clave de cara al debate sobre la reforma del sistema de pensiones, que debería considerarse dentro del conjunto más amplio de los programas del estado del bienestar, es decir, del conjunto de transferencias públicas intergeneracionales hacia adelante (dirigidas a niños) y hacia atrás (destinadas a los mayores).
Las recientes reformas del sistema de pensiones español, centradas en el aumento de la cotización y la preservación del poder adquisitivo de las pensiones, contribuirán a desplazar la carga del ajuste sobre las generaciones que estarán activas durante la jubilación de los baby boomers, incrementando todavía más el actual sesgo del estado del bienestar, favorable a los mayores actuales.
Como consecuencia, los hijos de los boomers afrontarán el reto de seguir financiando los derechos adquiridos por sus padres en el marco del sistema de pensiones de reparto, y a la vez, mantener la fecundidad y los costes de las políticas dirigidas hacia los niños (educación y políticas familiares), claves para garantizar la equidad y también para el pago de las futuras pensiones de reparto.
Que duda cabe que cuantos más elementos tengas que faciliten la paternidad es más probable que se tengan más hijos por tanto, se estaría hablando siempre de inversión y no de gasto.
Ha habido estudios que abordaban la posibilidad de percibir una pensión en función de la cotización de sus propios hijos, bonificando de algún modo a las mujeres o gravando más el trabajo de los hombres para en línea con lo antes comentado facilitar la llegada de más niños.
Hay otra propuesta que habla de transitar a un sistema de capitalización mixto, en el que sólo los individuos sin hijos deberían realizar aportaciones al sistema de capitalización. De este modo reparte las tres cargas asociadas a la transición a un sistema de capitalización: mantener los derechos adquiridos en el sistema de reparto, crear el nuevo fondo de capitalización y tener hijos y criarlos con recursos propios.