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Desconectar para conectar, el camino hacia un bienestar digital sostenible

Solo el 5,6% de la ciudadanía conoce bien el problema de la contaminación que provoca internet

Un 'smartphone' Android Noelia Murillo

Publicado por
Ariadna Chust

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En un mundo donde la tecnología predomina en  cada aspecto de nuestras vidas, es alarmante que el 50% de la población considere que no goza de un buen bienestar digital. Este fenómeno ha motivado el lanzamiento del proyecto "Bienestar Digital: La vida digital que SÍ. Menos contaminante, menos estresante", impulsado por ING en colaboración con expertos en salud y digitalización. Manuel Armayones, Doctor en Psicología, y Esther Paniagua, periodista y autora, lideran este esfuerzo con la creación del Iº Decálogo de Bienestar Digital, que busca concienciar sobre las implicaciones negativas del uso excesivo de tecnologías.

Aunque la tecnología ha demostrado ser un catalizador para mejorar la calidad de vida, su mal uso podría tener efectos adversos considerables. Solo el 5.6% de la población es consciente de que internet y las tecnologías digitales generan contaminación. De hecho, si internet fuese un país, su huella de carbono lo posicionaría entre las naciones más contaminantes del mundo, ocupando un lugar entre el cuarto y sexto puesto.

La tendencia creciente hacia la sobreexposición digital es preocupante: los españoles dedicamos más horas a nuestras pantallas que a dormir. Este estilo de vida ha llevado a un colapso en nuestra salud mental y medioambiental. Por ello, el Decálogo de Bienestar Digital se convierte en una herramienta vital para promover hábitos más saludables y responsables en la forma en que interactuamos con la tecnología.

Un pequeño paso cada día 

Uno de los aspectos más destacados es la importancia de desconectar en momentos clave. Aunque el 62.6% de las personas reconoce que es crucial apagar el móvil en determinadas ocasiones, solamente el 39.6% lo hace de manera habitual. Activar el modo avión o simplemente fijar un tiempo de uso para las redes sociales no solo elimina distracciones, sino que también potencia nuestra capacidad de concentración. Cultivar estos hábitos puede traducirse en una mejora significativa en nuestra salud mental, permitiéndonos disfrutar más de la vida fuera de la pantalla y fortalecer las relaciones sociales.

Además, hay un enfoque en la limpieza digital, un concepto que refleja la filosofía del "decluttering" de Marie Kondo, aplicada a nuestro mundo digital. Un 60% de los correos electrónicos recibidos ni siquiera se abren, lo que genera una sensación de carga constante. Limpiar periódicamente nuestra galería de fotos, eliminar correos innecesarios y desactivar descargas automáticas puede no solo aliviar nuestro estrés mental, sino también contribuir a la sostenibilidad del planeta.

Las redes sociales han transformado la manera en que interactuamos, pero es esencial aplicar medidas de civismo al igual que lo hacemos en el mundo físico. Fijar períodos de tiempo para el uso de estas plataformas puede mejorar nuestro bienestar mental. Incluso, silenciar  las notificaciones de aplicaciones no esenciales ayuda a mitigar el estrés, lo que puede tener un efecto positivo en nuestra salud emocional a largo plazo. Es curioso saber que por cada notificación, se libera dopamina, induciendo una sensación de recompensa que se traduce en la necesidad de estar siempre conectados.

Incluso el uso excesivo de dispositivos también afecta directamente la calidad de nuestro sueño. Se recomienda evitar las pantallas al menos dos o tres horas antes de acostarse, un pequeño cambio que puede significar una mejora notable en el descanso. 

La elección de proveedores digitales es crucial en la lucha por un bienestar digital sostenible. Optar por opciones más ecológicas para búsquedas en internet o correos electrónicos puede reducir significativamente nuestra huella de carbono. Es importante recordar que el uso de internet también tiene un impacto ambiental: la tecnología digital emite CO2 y consume recursos como el agua. Por ejemplo, cada vez que descargamos 1 GB de datos, se generan 7 kilogramos de CO2

Adicionalmente, es esencial ser conscientes del tiempo que pasamos conectados. Con aplicaciones que permiten monitorear nuestro uso diario de dispositivos, podemos establecer límites saludables. Las interacciones digitales rápidas que predominan en nuestras vidas, como los "me gusta" y las reacciones, tienen efectos acumulativos en nuestra huella de carbono.

ING se compromete a aplicar los principios del Decálogo de Bienestar Digital, reconociendo que la transformación comenzará en casa. La empresa es consciente de los desafíos que implican el cambio de hábitos, pero está comprometida a tomar pequeños pasos que, en conjunto, pueden generar un gran impacto.

Este esfuerzo debe ser un llamado a la acción para todos. Al adoptar un enfoque más saludable y responsable hacia el uso de la tecnología, no solo mejoramos nuestro bienestar personal, sino que también protegemos nuestro planeta y lo preservamos para las futuras generaciones. La revolución del bienestar digital ya está en marcha, y cada decisión cuenta.