¿Dónde está el Gobierno mientras Europa busca alternativas al precio de la luz?
La Comisión Europea concedió hace unos días la etiqueta de "energías verdes" al gas y la nuclear, con una revolucionaria decisión que tendrá que ser refrendada por el Parlamento Europeo en un máximo de dos meses: no parece que exista una oposición lo suficientemente importante como para evitar el visto bueno definitivo, impulsado por Francia y su apuesta nuclear y por Alemania y su dependencia del gas.
Aunque se trata de una designación transitoria y destinada a arrinconar al carbón, las consecuencias son enormes: se levanta cualquier “veto político” y se da seguridad jurídica a los inversores privados a largo plazo, algo clave para que asuman ingentes presupuestos inviables para el sector público.
Además, es una confesión de que las energías renovables no son suficientes para garantizar el consumo privado, público e industrial: ni por su capacidad de producción ni por su coste para el consumidor.
En ese escenario, tiene muy poco sentido la errática política energética del Gobierno, uno de los máximos detractores de una decisión europea que no es vinculante pero sí influirá a todos los socios de la Unión y a todos los europeos.
Precios inasumibles
Un español llega a pagar un 30% más que en un alemán en el recibo de la luz, pese a tener la mitad de renta: con ese panorama, negarse a explorar alternativas que sí utilizarán países más prósperos es una temeridad. Y mantener una apuesta exclusiva por un tipo de energía, a saber de que es cara e insuficiente, sería una excusa para incrementar los ya desmedidos costes fiscales del recibo.
Frente a otros debates menores, éste es crucial y merecería una profunda reflexión del Gobierno, de la oposición y de todos los especialistas: en adoptar ahora las decisiones correctas reside, en buena medida, el futuro de España para muchos años. No se puede seguir instalado en dogmas ideológicos mientras el resto toma decisiones prácticas y los españoles soportan unas precios inasumibles.