El PSOE sigue igual: ningún cambio vale de nada si Sánchez sigue al frente
Sánchez ha fracasado como presidente y como líder del PSOE, aunque siempre responsabilice a los demás de sus propios errores y haga purgas para tapar el rastro.
Pedro Sánchez ha remodelado la dirección del PSOE y de su grupo parlamentario solo un año después de haber cambiado buena parte de su Gobierno (con las salidas de Iván Redondo, Carmen Calvo y José Luis Ábalos) y apenas nueve meses después de celebrar un Congreso Federal.
Los nombramientos de María Jesús Montero como vicesecretaria general en sustitución de Adriana Lastra; de Patxi López como portavoz en el Congreso en relevo de Héctor Gómez y de Pilar Alegría como portavoz de la Ejecutiva Federal del partido en sustitución de Felipe Sicilia reflejan tres cosas relevantes:
La primera, que todos los cambios previos no han servido de nada y Sánchez asume el fracaso y busca un revulsivo a la desesperada, con todas las encuestas en contra y una situación económica y social muy adversa.
La segunda, que Sánchez se pone definitivamente en “modo electoral”, con perfiles más políticos y de mayor presencia pública que le auxilien en una año definitivo para su futuro: en primavera habrá Elecciones Autonómicas y Municipales y en noviembre, si no las adelanta o retrasa unos meses, Generales.
Y la tercera, que Sánchez mantiene clarísimamente su apuesta por los pactos con Podemos, ERC y Bildu y, a la vez, quiere parecer lo contrario consciente del desgaste que ello comporta.
Sánchez no renueva al PSOE, algo imposible con él al frente, sino que refleja una agua desesperación por su evidente deriva al fracaso
Con Patxi López y la consolidación de Santos Cerdán como Secretario de Organización se refuerza su alianza con Bildu, tejida por ambos tanto en el País Vasco cuanto en Navarra. Y con Montero se contrapone una imagen de socialismo clásico andaluz para intentar recomponer la maltrecha imagen de Sánchez como aliado del independentismo, amén de elevar a oficial el discurso populista de Hacienda, estrenado con la banca y las eléctricas.
Un Sánchez inquietante
Hasta ahora, todos los cambios en el Gobierno o en el PSOE han sido en balde por dos poderosas razones: el hiperliderazgo de Sánchez provoca que, mientras él esté al frente, todo lo demás queda en segundo plano y sirve de poco. Y la situación económica, cada vez más negativa y ahora agravada por la subida de tipos de interés del Banco Central Europeo y por el pulso energético con Rusia, diluye y minimiza el marketing político que al principio le funcionó al presidente.
Más que una renovación, que es agua de borrajas mientras siga el frente el responsable de todos los estropicios previos, es un acto a la desesperada que refleja un evidente derrotismo. Pero también sugiere una resistencia al cambio que, con un presidente siempre dispuesto a todo, resulta de lo más inquietante.