El PSOE especula con la caída de Marlaska si no queda otra: "Él no es Ábalos"
De momento el Gobierno y el partido cierran filas con el ministro del Interior, más a un mes de las elecciones madrileñas. Pero por debajo reconocen que puede volverse insostenible.
Todas las actuaciones de Pedro Sánchez se encaminan a mantenerse en el poder, incluso, aunque deba romper el tablero de juego. Cualquier cosa vale si es útil para su supervivencia política. Uno de los despropósitos del Gobierno en estos meses es el roto que “la purga” de quien fuese jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Madrid, el coronel Diego Pérez de los Cobos, ha hecho a Fernando Grande-Marlaska. En particular, si todo el embrollo, tan chusco además -cesar a un funcionario de la seguridad del Estado por negarse a cumplir una orden ilícita de sus mandos políticos-, concluyese en la apertura de un procedimiento penal contra el ministro del Interior.
La ilegalidad del cese de Pérez de los Cobos, descrito como injusto y arbitrario por el fallo administrativo de la Audiencia Nacional, promete convertirse en las próximas semanas en un permanente suplicio para La Moncloa. Y, naturalmente, para el presidente, aunque temporalmente pare el golpe con el relato oficial de que la resolución, que ha sido recurrida, cercena la capacidad de destituir a un cargo en quien se ha perdido la confianza. En el complejo presidencial -me consta- disgusta que vuelvan a ponerse delante de los focos unos acontecimientos que descubren la honda herida abierta en la relación con la Benemérita.
El caso, sin duda, promete dejar aún más tocado a Marlaska. Quien ciertamente no tiene demasiados amigos en el Consejo de Ministros. Inolvidable su dictadorzuela defensa de la “patada en la puerta” para entrar en pisos sin orden judicial. Ello en un país donde la defensa de los “okupas” es dogma de una parte del Gobierno. Cinismo en estado puro, aún más llamativo tratándose de un juez de carrera.
Como gusta recordar algún socialista ilustre, “Marlaska está lejos de ser José Luis Ábalos”: es decir, si la situación se volviese insostenible “se le dejaría caer”. Aunque, “de momento”, ningún mandatario del PSOE quiera ponerse en ese escenario. Mucho menos a un mes de las elecciones en Madrid. Toca, eso sí, enfundarse el chubasquero porque el ministro, con toda razón, va a ser acorralado por la oposición. No cabe otra cosa ante su soberbia para hacer daño a conciencia a un servidor ejemplar del Estado.
El presidente está debilitado y el malestar en la calle es palpable
El de Marlaska es otro frente más que resquebraja la imagen de la “troupe Sánchez” en un momento particularmente incierto. El presidente está debilitado tras el fracaso de sus tejemanejes con Inés Arrimadas. Sus socios preferentes se alejan para salvar los muebles que todavía no están chamuscados por los constantes incendios. El paro crece y la vacunación no avanza. El sainete de las mascarillas de quita y pon es la guinda que pone a la vista obscenamente a un Gobierno desnortado.
El malestar en la calle es notable. Ni siquiera puede tapar la cuesta abajo. Isabel Díaz Ayuso, conocedora del percal, ha retado directa y personalmente al líder socialista el 4-M para ganarle el pulso de Madrid. Mientras, entre balbuceos, los guionistas monclovitas tiran del viejo recurso de esparcir tinta de calamar para ennegrecerlo todo. Pero, convirtiendo a Ayuso en el objetivo prioritario sólo consiguen fortalecerla más ante su cita electoral.