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Sánchez presume en la cumbre de la OTAN mientras brama contra los "poderosos"

El presidente está usando la cumbre para promocionarse a sí mismo de cara al exterior, aunque de cara a los ciudadanos se reviste de antisistema para reconquistar a los votantes.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez  y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden

Publicado por
Yolanda Lorenzo

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La capacidad de Sánchez para presumir de ser un "hombre de Estado" frente a los grandes líderes mundiales cuando minutos antes se había revestido de antisistema es asombrosa. El presidente ha encarado la Cumbre de la OTAN como un gran escaparate, para vender a la opinión pública la influencia de España y convertirla en un eje central en la política internacional, pero a la vez, acuciado por el declive electoral andaluz, Sánchez necesita reconquistar al electorado de izquierdas que ya le ha abandonado.

Y es que, Sánchez quiere ser una cosa y la contraria. Líder planetario y víctima de los poderes fácticos que ahora, dice, quieren hacerle caer. Así lo ha transmitido, de nuevo, en la cadena SER, cuando ha asegurado que "somos un Gobierno muy incómodo y molesto para una serie de poderes ocultos en nuestro país que tienen intereses oscuros y que quieren volver a un viejo orden".

A continuación, tras ser requerido de más detalles de a quién se refiere con esta denominación y si está hablando de grandes empresas, Sánchez ha respondido que "cuando el Gobierno anuncia un impuesto a las empresas energéticas, hay una minoría de poderosos que no está de acuerdo" con esta decisión. Al igual que cuando el Gobierno planteó la subida del SMI, "la derecha política se manifiesta en contra" porque está representando a intereses "de una minoría muy particular".

Un discurso que recuerda bastante al de quien fuera su vicepresidente, Pablo Iglesias, que siempre se ha presentado como una víctima del sistema y que ahora Sánchez recupera para intentar rescatarse a sí mismo.

"Putin, no vas a ganar"

Pero este afán camaleónico de Sánchez, que no hace otra cosa que reafirmar la poca credibilidad del presidente, queda patente cuando minutos después pasa a codearse con los líderes mundiales, con los que quiere mimetizarse con discursos grandilocuentes y frases como: "Putin, no vas a ganar".

El presidente ha insistido en que la cumbre se celebra en un "punto de inflexión histórico", en un contexto "muy difícil", y ha celebrado que Madrid "será recordada" por la ampliación de la Alianza Atlántica, después de que Turquía haya levantado el veto a la adhesión de Suecia y Finlandia. "El mundo nos está mirando, demostremos nuestra cohesión", ha instado.

Así, Sánchez quiere hacerse protagonista de una Cumbre que, por otra parte, no ha sido orquestada por él, sino que fue un compromiso que arrancó el gobierno de Mariano Rajoy a la OTAN, pero que quiere usar para impulsarse a sí mismo de cara al exterior.

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De hecho, de momento los logros obtenidos por el presidente no son muchos, más allá de reforzar sus relación con Estados Unidos, acordando la ampliación de cuatro a seis los destructores norteamericanos desplegados en la base naval de Rota y una tibia declaración de intenciones del presidente Joe Biden que podría ser interpretado como un guiño a Ceuta y Melilla: "Defenderemos cada centímetro de la OTAN".

Y es que, cuando la cumbre pase y Sánchez deje de hacerse fotografías y hacer discursos, la situación del presidente será la misma que hace una semana. Seguirá atenazado por sus socios parlamentarios a los que tendrá que contentar; criticado por sus acompañantes del Consejo de Ministros; y la situación económica del país será igual de preocupante. Y él tratará de resistir.

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