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Sánchez volverá a abrazar la coalición “Frankenstein” tras haber “usado” a Cs

Fuentes socialistas aseguran que los naranjas han sido “fiables”, pero Sánchez prefiere los independentistas para futuros pactos

Gabriel Rufián y Pedro Sánchez

Gabriel Rufián y Pedro Sánchez

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Tras la euforia de haber logrado sacar adelante la Reforma Laboral, con la bocina y envuelta en una polémica que va a arrastrar hasta el Tribunal Constitucional el asunto, Pedro Sánchez y su equipo de “fontaneros” monclovitas no tienen más remedio que hacer balance de lo ocurrido. Los socialistas están convencidos de que el PP les tendió una trampa, que estableció un acuerdo con los dos diputados de UPN, para que engañasen a su partido y a todo el mundo e hicieran creer que su voto sería favorable, de modo que nadie viera peligrar la aprobación de la Reforma Laboral.

Los socialistas mordieron el anzuelo y, por ejemplo, el PNV, que fue el último en dar a conocer el sentido de su voto, confiado en que un “No” tampoco impediría la convalidación del decreto, votó en contra, cuando podía haberse abstenido y permitir igualmente la aprobación a la que, siendo honestos, no son tan refractarios.

Siguiendo el mismo hilo argumental, todos se tragaron la mentira, mordieron el anzuelo y si no llega a ser por la supuesta impericia de un diputado popular, que alega un error técnico que los técnicos informáticos de la Cámara niegan rotundamente, hoy en el PSOE estarían lamentando mucho más que una derrota parlamentaria. Salvaron los muebles por pura casualidad y eso – han concluido en el entorno de Sánchez- no se puede volver a repetir.

En las filas socialistas y gubernamentales tienen ya su catálogo de errores a evitar de ahora en adelante y la primera conclusión es que la mayoría de la investidura, eso que tantos detractores llama la mayoría Frankenstein, constituye, en realidad, la zona de confort del Gobierno. Moverse en esa franja les puede conllevar disgustos, sí, pero son disgustos anunciados, que permiten un margen de maniobra al Ejecutivo, mientras que confiar en otras fuerzas los convierte en carne de cañón, porque cabe la traición y la mentira, pese a que se den por cerrados acuerdos y se anuncie públicamente el sentido del voto.

Se la han colado a Bolaños, pero también al secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, el navarro y “buen conocedor” de sus paisanos de UPN. Ni Cerdán ni Bolaños contemplaron siquiera el riesgo del engaño y la posibilidad de la ruptura de la disciplina de voto

En este caso se la han colado al “gran y discreto negociador” Félix Bolaños, aquel que fue aupado a las más complejas negociaciones y estrategias cuando salió de la Moncloa el otrora asesor áulico presidencial, Iván Redondo. Se la han colado a Bolaños, pero también al secretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, el navarro y “buen conocedor” de sus paisanos de UPN. Ni Cerdán ni Bolaños contemplaron siquiera el riesgo del engaño y la posibilidad de la ruptura de la disciplina de voto. Y, probablemente, tampoco veló adecuadamente por esos dos votos tránsfugas de UPN el portavoz socialista, Héctor Gómez.

Todos los mencionados, curiosamente, forman parte del elenco de compañeros que fueron nombrados como refresco y refuerzo de la maquinaria socialista a mediados de legislatura, hace apenas unos meses. En su descargo comentan sus compañeros de partido y algunos de Gobierno que la maniobra es tan burda y tan sucia que no podían imaginársela. No obstante, a toro pasado, todos las fuentes socialistas consultadas por ESdiario, ven similitudes con el escenario de Murcia, cuando el PSOE creyó tener cerrada la mayoría que daría luz verde a la moción de censura al PP y aquellos que habían dado palabra comenzaron a decir digo donde dijeron Diego.

En definitiva, aquellos dirigentes socialistas y miembros del gobierno que albergaban esperanzas sobre la posibilidad de retomar la vía Ciudadanos para acuerdos y quién sabe si entendimientos futuros admiten ya que, si bien el Grupo Cs ha sido “coherente y fiable” durante toda la negociación de la Reforma Laboral, el hecho de contar únicamente con 9 escaños y ser poco o nada compatibles con los socios habituales, les aleja de nuevo de la formación naranja, probablemente para el resto de la legislatura.

Otros de los consultados se fijan también en el socio de gobierno, en Unidas Podemos y se preguntan por qué a estas alturas y con estas apreturas se mantiene vacío un escaño, el del diputado suspendido y no retornado Alberto Rodríguez que, como se ha demostrado puede ser vital. Con estos mimbres el Gobierno tiene que hacer su cesta y con estas enseñanzas, de escaramuzas, traiciones y triquiñuelas reiteradas, sortear los escollos futuros. Pero el argumento es de ida y vuelta: si al banco azul del Gobierno se le mudó la color al creer que habían perdido la votación, a buena parte del conglomerado Frankenstein que votaron “no” les pasó tres cuartos de los mismo. Hoy más que nunca unos y otros se abrazan al grito de “¡A mis brazos, Frankenstein!".

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