El Rey da la cara ante los españoles erigido en único pilar frente al precipicio
El Jefe del Estado afronta su noveno mensaje de Navidad en el arranque de la legislatura más incierta en décadas. Acechado por la mayoría gubernamental, media España se aferra a su autoridad
Cuando a las 9 de la noche de este próximo domingo el Rey Felipe VI se dirija por novena vez a los españoles como Jefe del Estado, el Monarca se dirigirá a una España bien distinta a la de su coronación en 2014. Entonces, su llegada al Trono se produjo tras una milimétrica operación de Estado dirigida, coordinada y consensuada por Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba y con todo el Gobierno, el PP y el PSOE alumbrando el segundo gran pacto constitucional tras la Transición.
Sin embargo, nueve años después, en esta Nochebuena de 2023, el Rey dará la cara ante los españoles más sólo que nunca, abandonado por Moncloa, acosado por los socios del PSOE y consciente de que se ha erigido para más de media España en el único pilar institucional frente al abismo del desenlace del la XV legislatura y las consecuencias del pacto Sánchez-Puigdemont que la ha alumbrado.
"Reivindicar el profundo significado de aquel gran pacto entre los españoles que está en el origen de nuestra democracia no es, en absoluto, mirar atrás con nostalgia; sí es, en cambio, una orgullosa y consciente reafirmación de nuestras mejores capacidades como país y del mejor logro que ordena, en nuestros días, la vida de la sociedad española: la Constitución", remarcó el Rey en la apertura de la legislatura.
Porque es la Corona, neutralizado el Tribunal Constitucional por Cándido Conde Pumpido, maniatado el Congreso con la socialista Francina Armengol al servicio del Gobierno y un Poder Judicial acechado y linchado, la única institución heredera del pacto constitucional del 78 que garantiza -de momento- la vigencia de la Constitución y, en definitiva, la unidad de la Nación tal como fue diseñada por los constituyentes.
Consciente de su papel garante de todo ello, el Rey sabe también que debe preservar este domingo su estricta neutralidad. Pero, sin dejar de conectar con esa media España que espera de él un mensaje tranquilizador y de futuro.
Felipe VI, con semblante serio, en el acto de promesa de Sánchez tras su investidura gracias a Puigdemont.
Con los socios independentistas de Sánchez y Sumar esperando cualquier “error” o “despiste” del Monarca, Felipe VI tirará de manual y enviará varios mensajes que son todo uno: la garantía de la continuidad de la Corona con la Princesa Leonor, la plena vigencia de la Carta Magna, la de la unidad de España dentro de su pluralidad y su diversidad, y el hasta ahora desoído llamamiento a la unidad de las fuerzas políticas ante los inquietantes retos internos y externos que acechan a España.
En realidad, Felipe VI retomará su grave discurso en el solemne acto de apertura de las Cortes Generales. Allí, ante diputados y senadores -y ante el plantón de ERC, Junts, Bildu y Podemos-, el Rey ya dejó negro sobre blanco la gravedad de la situación actual.
"Para la Corona, el juramento de la Princesa es condición de su continuidad en el desempeño de la misión asignada a la Monarquía Parlamentaria en la Constitución", advirtió en primer lugar.
En Zarzuela saben que es la Corona, neutralizado el TC por Pumpido, maniatado el Congreso con la socialista Armengol al servicio del Gobierno y un Poder Judicial acechado y linchado, la única institución heredera del pacto constitucional del 78 que garantiza -de momento- la vigencia de la Constitución.
"Cada generación es depositaria de los logros de las generaciones anteriores y tiene la obligación cívica de perfeccionar y acrecentar esos logros; tiene el deber moral de proteger y conservar lo alcanzado y la responsabilidad de entregarlo a las generaciones que la sucedan. Para los jóvenes, la democracia no es una aspiración, como lo fue para sus padres y abuelos, sino una realidad en la que han nacido, han crecido, y en la que se han formado como personas", enfatizó en segundo término.
Sánchez y Aragonés, este jueves. Una cita que no aparcó el "fantasma" del referéndum.
Y después, una línea roja que quiso marcar Felipe VI: la Constitución. "Una Constitución -subrayó- que establece la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político como valores en los que se basa nuestra convivencia democrática. Unos valores que no están anclados en el pasado y que deben proyectarse permanentemente hacia el futuro".
"Reivindicar el profundo significado de aquel gran pacto entre los españoles que está en el origen de nuestra democracia no es, en absoluto, mirar atrás con nostalgia; sí es, en cambio, una orgullosa y consciente reafirmación de nuestras mejores capacidades como país y del mejor logro que ordena, en nuestros días, la vida de la sociedad española: la Constitución. Y por ello, debemos honrar su espíritu, respetarla y cumplirla, para hacer efectiva la definición de España como un Estado Social y Democrático de Derecho", apostilló Felipe VI.
Por ahí volverá a caminar el Rey este domingo. Pero caminando justo al lado del precipicio de la legislatura más incierta en cinco décadas.