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La confesión en privado en Moncloa: Sánchez se declara desconcertado con Feijóo

Los sondeos en caída colocan al presidente del Gobierno en la picota electoral. El núcleo duro de la sede presidencial está descolocado tras el cambio de líder del PP.

Sánchez y Feijóo, en su cumbre de la semana pasada.

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Pedro Sánchez se maneja entre la convicción y la duda. Está seguro de que la llegada de Alberto Núñez Feijóo a Génova 13 ha cambiado ya el terreno de juego político. Y pese al férreo carácter que distingue al presidente cuando emprende un camino, esta vez titubea sobre cómo afrontar el nuevo escenario.

Su núcleo duro tampoco sabe bien a qué atenerse. De momento, tiran de manual de autodefensa, con palabras huecas como “consenso”, “unidad” o “interlocución”. Ganan tiempo. Pero, ¿qué más pueden hacer ante la carrera de fondo inaugurada de aquí a finales de 2023? Sobre todo, cuando se va instalando entre los españoles la convicción de que el panorama económico es pesimista e incierto.

Algún barón me susurra que “no hay mal que por bien no venga”. O sea: para hacer frente al presidente popular, a Sánchez sólo le queda buscar de forma inequívoca la centralidad.

Los guionistas presidenciales siguen instalados en que lo primordial es el manejo de los tiempos. Más aún cuando la tendencia de las encuestas que se manejan intramuros de La Moncloa ha cambiado.

El dolor de ese pellizco diario de la caída en los sondeos solo se mitiga por el hecho de que aún queda año y medio de legislatura. Los fontaneros monclovitas confían en que a Feijóo se le hagan largos los próximos dieciocho meses.

Algún barón me susurra que “no hay mal que por bien no venga”. O sea: para hacer frente al presidente popular, a Sánchez sólo le queda buscar de forma inequívoca la centralidad. Y consideran que eso puede favorecer algo al PSOE en las elecciones autonómicas y municipales que se echan encima.

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en su primer cara a cara con el gallego como líder del PP.

Dado lo movedizo de su suelo electoral, y viendo que se encamina al abismo, ¿renunciará el presidente a la llamada polarización, a utilizar como arma el tensionar la vida pública? De momento, la crispación desde el poder ha sido la táctica más utilizada por Sánchez para movilizar a los suyos. Además, y sin sonrojarse, culpando de ello al Partido Popular.

No ha tenido reparo en utilizar asuntos a priori tan de Estado como la lucha contra la pandemia, la renovación del CGPJ o el giro en las relaciones con Marruecos.

A fin de cuentas, el secretario general socialista tiene muy interiorizado que, tal como se mueven las sociedades “gaseosas” actuales, los relatos pesan más que los hechos. Así que lo que más le preocupa en realidad es imponer su escaleta de debate. Formalmente, esto ha sido así hasta ahora.

Pero su pérdida de credibilidad es tan brutal que ha bastado la irrupción de un nuevo líder del PP para colocarle en la picota electoral. No me sorprende que, en privado, el mismo Sánchez se declare desconcertado con Feijóo.

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