Escrache a Ayuso: Lobato cava su propia tumba
Podemos, maestros del escrache, mueve los hilos del sufrido por la presidenta madrileña y Lobato afirma que ha ido "a provocar" a la Complutense
La izquierda tiene un problema con la violencia. Es evidente. La condenan cuando se ejerce contra ellos y se muestran comprensivos, cuando no cómplices o directamente alentadores cuando se dirige hacia sus rivales políticos.
Lo que ha ocurrido con Isabel Díaz Ayuso en la facultad de Ciencias de la Información es una clara demostración, una más. En la categoría de "alentadores" de la violencia encontramos a Unidas Podemos. Detrás del escrache, insultos y amenazas incluídos, están organizaciones de ultraizquierda. La mano de Podemos mueve los hilos para repartir cucharadas de "jarabe democrático" en este caso contra una mujer, para más inri.
Hay que destacar su condición de mujer porque hace muy poco Irene Montero lloraba por las esquinas cuando sufrió una oleada de críticas políticas y periodísticas a los efectos perversos de su ley del solo sí es sí. Ahí se refugió, entre gimoteos, detrás del término "violencia política contra la mujer". Las críticas no son violencia, las amenazas, insultos y escraches, sí.
Por supuesto, no hemos escuchado ninguna condena del Gobierno feminista al escrache contra Ayuso. El feminismo es para las mujeres de izquierdas, "bonita", que diría la ex vicepresidenta Carmen Calvo.
Lobato acusa a Ayuso de ir a provocar
Ese silencio cómplice es vomitivo, claro, pero mucho peor aún son las palabras de Juan Lobato que es, hay que recordarlo porque casi nadie le conoce, el candidato del PSOE a la Comunidad de Madrid. Pues bien, este socialista feminista ha acusado a Ayuso de ir la Universidad "a provocar". Lo que oyen. Le ha faltado decir eso de que "con esas minifaldas van provocando". Igual de casposo. La víctima de la violencia se convierte en culpable.
Lobato debería rectificar y pedir perdón de inmediato. Y si no lo hace, su partido tendría que hacerlo por él, no sólo porque es de justicia sino porque cada insulto es un voto más para Ayuso, cada ataque es un empujón hacia la mayoría absoluta.