Sorpresón en el PP: la salida de Soraya como portavoz revoluciona las quinielas
Circulan mil y una cábalas entre los populares sobre el nuevo Gobierno, y en la mayoría sale perdiendo la vicepresidenta. Margallo da por hecha su marcha, y así lo dejó caer en el patio.
Los populares tienen tantas ganas de pasar página que este miércoles el discurso de investidura de Mariano Rajoy quedó en un segundo plano, eclipsado por las mil y una cábalas sobre el nuevo Gobierno que circularon por los corrillos.
En 2011 Rajoy aprendió que si quería guardar el secreto de un Consejo de Ministros entonces por estrenar no debía contar nada a nadie y le funcionó. Esta vez va por el mismo camino. Hasta el domingo por la tarde, una vez que haya jurado su cargo ante el Rey, no dirá palabra.
Nadie sabe nada a ciencia cierta pero aplicando la lógica mariana hay varias teorías que han cobrado fuerza en las últimas horas.
La principal es que el candidato a la investidura está pensando en limitar los poderes de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, cuyos dominios gubernamentales han sido tan extensos estos cinco años que en ellos no se ponía el sol, como en los de Felipe II. Que por cierto también nació en Valladolid.
En estos cinco años ha acumulado los cargos de vicepresidenta, ministra de la Presidencia, portavoz y, de rebote, ministra de Sanidad y de Justicia. Ha controlado el CNI, el BOE, RTVE, ha coordinado gabinetes de emergencia...
Si Rajoy volviera a designar a Sáenz de Santamaría "vicetodo" muchos lo interpretarían en clave sucesoria
¿Por qué quitar galones a la fiel Soraya? Primero, porque Rajoy sabe que si hay una vicetodo en su nuevo y último Gobierno, empezará a interpretarse como una clara señal de que ella es la elegida para la sucesión. Y al líder de los populares no le interesa abrir ese melón tan pronto, cuando está pensando precisamente en hacer todo lo posible para que ésta sea una legislatura de cuatro años.
Segundo, por lograr cierto equilibrio con María Dolores de Cospedal, cuya entrada en el Gobierno parece cantada. Sólo falta adjudicarle ministerio, puesto que como ya reveló ESdiario el año pasado tuvo ocasión de quedarse con Educación por la marcha de José Ignacio Wert y lo rechazó.
¿Cómo degradar a Sáenz de Santamaría no demasiado pero lo suficiente? Se cuenta en los mentideros que Rajoy la mantendría como vicepresidenta pero estaría pensando en cambiar de portavoz. Ello daría una imagen nueva a un Gobierno en el que sin embargo habrá pocos cambios más allá de algunas caras de refresco para cubrir las vacantes que han ido dejando Alfonso Alonso, José Manuel Soria y Ana Pastor.
Pero, ¿quién?
La figura de ese posible nuevo portavoz es, hoy por hoy, uno de los grandes misterios, porque no hay en el banquillo una figura clara. Eso y si el presidente apostará por crear una segunda vicepresidencia. Sea ése u otro, muy probablemente habrá retoques en el organigrama gubernamental.
En casi todas las quinielas populares se apuesta por la salida de Jorge Fernández Díaz, tal vez de Pedro Morenés y seguro que la de José Manuel García Margallo, que en un corrillo en el patio del Congreso bromeaba con que hay vida "más allá de la política". ¿Se estaba poniendo así la venda antes de la herida?
También gana enteros la continuidad de Cristóbal Montoro, Isabel García Tejerina y Fátima Báñez. Sobre Luis de Guindos hay opiniones diversas, puesto que hace unos meses él mismo quería marcharse y ahora parece que le ha acabado cogiendo cariño a la cartera.
Moragas y Nadal, eternos aspirantes
Más preguntas. ¿Está dispuesto Rajoy a descabezar su Gabinete y su Oficina Económica para incorporar a Jorge Moragas y Álvaro Nadal a su Gobierno en Exteriores e Industria? Ambos estarían encantados, pero no sería la primera vez que se hacen ilusiones en vano.
Con Moragas el presidente mataría dos pájaros de un tiro, puesto que se especula con la llegada de un ministro catalán con distinto talante al del aún ministro del Interior. La vuelta de Alfonso Alonso también está siendo comentada, pero no parece que después de haber asumido su condición de diputado en el Parlamento vasco vaya a desvestir aquel santo para traérselo de nuevo a Madrid. Ni tampoco que el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, esté llamado a ocupar una cartera.
Hay quien mira hacia los vicesecretarios generales del PP en busca de un nombre que incorporar de Génova a La Moncloa, pero son pocos los que ven a Pablo Casado, Javier Maroto o Andrea Levy. Muy pocos.
¿Y algún fichaje de campanillas? Eso, dicen los populares, no va con la lógica mariana. La última vez que tuvo uno de esos fue en las elecciones generales de 2008, con Manuel Pizarro. Y tanto él como Rajoy salieron escaldados.