Una peli salvó la vida de David y Marta en Malasia: su estremecedor testimonio
Los dos jóvenes que estuvieron a la deriva ocho días sin agua ni comida han roto su silencio para contar los detalles de su aventura y han conseguido tocar la fibra a los más imperturbables.
Todo quedó en un susto y será su gran aventura, el relato de sus vidas cuando, tal como temen sus familiares, regresen a Malasia a seguir con su sueño de montar su propio resort y gestionar su propio restaurante de tapas. Pero cada ahora, cuando David Hernández y Marta Miguel cuentan con su propia voz los detalles de su incidente ponen los pelos de punta a más de uno. Su fortaleza tiene a toda España conmocionada.
En su primera intervención pública, David y Marta confirmaron en la COPE que ahora "estamos bien con fuerza, ganas y alegres". La lancha en la que partieron a hacer una excursión de un par de horas, de entre 12 y 15 metros de eslora, desapareció el pasado 2 de mayo cuando navegaba entre la isla malasia de Balambangan y el distrito de Kudat, en el noreste Borneo. Según David "una ola grande", volcó el barco y "le dimos la vuelta y sacamos todo el agua". Ahí empezó todo: "Podíamos haber llegado a la costa nadando en 30 minutos pero en ese momento no nos dimos cuenta”.
Tal y como habían adelantado sus familiares, David confirmó que lograron sobrevivir destilando agua de mar con una bolsa de plástico: "Con el sol, se generaba un vapor que se podía beber. Fue idea de Marta, que dijo que lo había visto en una película". Además, "la tercera noche se metieron en el barco tres peces voladores y pudimos dar un bocado. Además comíamos los pequeños moluscos que había debajo del barco".
"No lo tenía muy claro pero me sonaba de haberlo visto en algún sitio de un náufrago que tenía que hacer esto para beber agua y no tenía muy claro si era con el rocío o con el agua pero como teníamos tanto tiempo nos pusimos a hacer inventos", explicó Marta.
"Al principio con los vidrios estos templados que se ponen en la pantalla del móvil lo utilizábamos como placa para que las gotitas (que se evaporaban de una bolsa de agua) se quedaran pegadas y al final acabamos mejorando el método y acabamos usando otra bolsa de plástico entera, que tenía mas cantidad de agua. Haciéndolo cada hora cuatro veces, pues todos podíamos beber cada hora una vez", contó.
David recordó cómo en su trayecto vieron muchos barcos "tantos que nos preguntábamos cómo no nos podían ver". " Gritábamos, silbábamos... cuando vimos que el barco de pescadores vietnamitas se acercaba, no sabíamos si llorar o reír... me dio un bajón de tensión. Nos subieron, nos ducharon, nos dieron de comer y de beber. Esa gente se portó muy bien con nosotros".
Pese a todo, David recuerda sobre todo la preocupación por sus familias: "Nos dormíamos todos los días con el miedo de que no supieran nada de nosotros. Teníamos más miedo de eso que de nosotros mismos". Eso sí, siempre mantuvieron la esperanza.