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Joaquín Prat, una bocanada de aire fresco para las tardes de televisión

El secreto de su éxito es que no se casa con nadie. En Cuatro al día pone en su sitio a quien se le ponga por delante, destapa las vergüenzas de la clase política y lo hace con naturalidad.

Joaquín Prat

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Confiesa Joaquín Prat que su meta es "comerle la tostada a Más vale tarde y ganar a Mamen Mendizábal". ¿Sabrá el presentador de Cuatro al día que desde que se puso frente a la cámara no ha hecho más que recortar distancias, que ha doblado las cifras de audiencia y que esta semana ya le pisa los talones? Concretamente el miércoles 27 de enero, Cuatro al día alcanzó una cuota de pantalla del 5,8% frente al 6% que consiguió su programa competidor de la cadena verde. El sorpaso se siente desde el otro lado de la pantalla.

Joaquín Prat y el equipo de Cuatro al día andan de celebración, el próximo 18 de febrero se cumplen dos años desde que Paolo Vasile decidiera arrasar con los informativos de la hermana pequeña de Telecinco. Una decisión que fue muy criticada y que el consejero delegado de Mediaset ha defendido con retintín en la rueda de prensa del aniversario. "Hace dos años cambiamos la línea editorial de Cuatro y nadie lo entendió por la voluntad de no querer entenderlo. No todas las apuestas funcionan, pero ésta es una de las que mejores resultados nos ha dado. Ha sido un éxito".

No le falta razón, pero no porque la idea de fulminar los informativos fuera buena, sino porque apostar por Joaquín Prat es apostar siempre a caballo ganador. Las cosas son como son.

Joaquín Prat lleva el veneno de la comunicación en su ADN. Hijo de uno de los grandes de la televisión creció alejado de las cámaras. Cuenta siempre que fue su padre el que se encargó de desvincularle del periodismo. A los 18 años decidió estudiar Económicas, carrera que (con el debido respeto) hacían en esa época todos los niños bien de este país que no tenían claro qué querían hacer con su vida.

En más de una entrevista Prat Jr ha confesado que él era un niñato cuando su padre murió y que en el mismo velatorio su vida cambió. Era el mayor de cuatro hermanos y le tocó madurar, echar cabeza y hacer de padre. Fue en el mismo velatorio cuando decidió estudiar Periodismo, empujado por los amigos de su padre. Ellos, desde su atalaya de conocimiento, ya sabían que en ese jovencito parrandero germinaba la telegenia y la voz del maestro entre maestros.

Más de uno debió pensar que aquello era el capricho de un niño mimado o de un hermano celoso, puesto que en aquel tiempo su hermana Alejandra hacía sus pinitos en televisión. La famosa era ella, no él.

Iñaki Gabilondo le dio una oportunidad y, desde entonces, esta que suscribe sigue su trayectoria con cierta admiración. La voz es un don y a él le ha acompañado siempre. Gabilondo se alzó como mentor del muchacho y le enseñó los secretos de la radio. "Me enseñó a respetar a la audiencia, a no perder la perspectiva y a transmitir pasión por todo lo que haces, sea cual sea el tema", confiesa siempre que recuerda aquellos años.

Joaquín Prat dejó la radio para dar la cara en televisión, pero se llevó consigo los consejos del maestro. Si algo le ha acompañado en toda su trayectoria profesional es precisamente esa pasión y ese rigor inculcados en la radio.

Se ha metido en todos los charcos, de la SER pasó a Localia TV y en 2009 llegó su gran oportunidad, cuando sustituyó a Óscar Martínez como copresentador en el programa de Ana Rosa. Esa decisión le convirtió en un rostro conocido. Experto en información del corazón y poco a poco en sucesos y política. Curiosamente nunca se le ha comparado con su padre. La sombra paterna le acoge con generosidad, pero él ha demostrado que es único y especial. No le ha hecho falta imitar a nadie, con ser él mismo, poco a poco ha sido capaz de seducir a la audiencia. Primero a la matinal, predominantemente femenina, y más tarde a la vespertina, más homogénea y dispar.

Joaquín Prat pone en su sitio a quien se le ponga por delante y lo hace con una naturalidad envidiable

El secreto de su éxito es que no se casa con nadie. Joaquín Prat pone en su sitio a quien se le ponga por delante y lo hace con una naturalidad envidiable, la misma que tendríamos cualquiera en una reunión de amigos. Destapa las vergüenzas de la clase política española sin tapujos. Se indigna con ellos como el común de los mortales y se lo espeta a la cara sin turbarse ni abochornarse. No hay tarde que uno de sus gestos o de sus lamentos no capte la atención de los medios. "Últimamente solo damos malas noticias de mierda", se lamentó como si fuera uno más del hogar la tarde de la explosión en la calle Toledo de Madrid. Respecto a los abusos con las vacunas, su posición es de una vehemencia admirable. "El grupo uno no admite debate, no puede ser que haya sanitarios que no estén recibiendo la vacuna yendo todos los días a trabajar al hospital o a la atención primaria con una carga viral tan alta... La gente no se quiere acercar a los hospitales porque la carga viral es enorme. No puede ser que los sanitarios estén esperando a la vacuna y que haya jetas que se han saltado todos los protocolos". Sostiene Joaquín Prat que "los protagonistas son los que ven el programa".

Cuatro al día es una bocanada de aire fresco para aquellos a los que no les cautivan los culebrones y para los que aborrecemos los reality culebrones como Sálvame. Personalmente yo ya no puedo más con el Pantoja Crest, los consumos de Matamoros y los cuernos de La isla de las tentaciones. No, en el programa de Joaquín Prat no hay sitio para estos temas. Y al que le pique la curiosidad que se pase a la cadena de las Mama Chicho. ¡Cuánto se agradece la tarde de Joaquín Prat!

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