Maserati Levante , pasión al alza
Nos hemos puesto a los mandos de la última actualización del SUV italiano en su versión diésel, un coche que enamora por su raza y por lo que transmite en cada metro que recorres.
Con la llegada de nuevos competidores al segmento de los SUV deportivos, como el nuevo Audi Q8 que ha entrado con mucha fuerza y, especialmente su primo el Lamborghini Urus, rival directo del Maserati Levante, hacía falta que la marca del tridente sometiera a una actualización a su SUV, un modelo que ya supone más de la mitad de sus ventas anuales (el 55%) y que goza de una presencia imponente y una conducción que “engancha”.
Abrimos la puerta y sorprende no encontrarse la colonización de pantallas tipo tablet que ha inundado el interior de otros modelos de la competencia, como también ocurre en el Volkswagen Touareg o el más reciente BMW X5. Maserati ha incorporado una pantalla táctil más simple y reducida en aspecto, de 8´4 pulgadas sólo, y aunque a priori pueda parecer que está desfasado, según pasan los kilómetros y te concentras en la conducción, te das cuenta que conducir era eso, menos conectividad y más sensaciones. Por supuesto es compatible con Carplay y Android Auto, pero este coche pide concentración y curvas.
Más tecnología
Entre las mejoras que incorpora este MY2018 del Levante, el equipamiento añade elementos de seguridad como el asistente activo de mantenimiento de carril LKA, solidario a una nueva dirección eléctrica que aun así tiene buen tacto, el detector de vehículos en el ángulo muerto ABSA, el lector de señales de tráfico TSR o la frenada de emergencia automática FCW+AEB. Los faros son de tecnología LED Adaptive Full LED Matrix dan una buena iluminación, aunque no llegan a la tecnología láser que sí tienen BMW y Audi.
A nivel de confort, la madera auténtica y el cuero Pieno Fiore de primera calidad siguen dominando la escena, especialmente en el acabado GranLusso, y como elemento de distinción hay un tapizado firmado por la lujosa marca italiana Ermenegildo Zegna que añade seda y las mejores telas para combinar con alguno de los 11 colores de carrocería. A nivel de habitabilidad hay mucho espacio en todas las plazas, y los 580 litros de maletero son bien aprovechables.
Nuevos motores con raza
Bajo el capó del Maserati Levante también hay novedades. Ahora dispone de tres mecánicas, todas 3.0 V6: un diésel de 275 CV firmado por VM Motori y dos de gasolina fabricados por Ferrari, siendo el nuevo modelo de 350CV novedad en la gama que complementa al de 430CV. Para transmitir la potencia al suelo emplean un sistema de tracción total denominado Q4, y una caja de cambios automática por convertidor de par ZF de ocho velocidades con un funcionamiento delicioso orquestado con unas enormes levas tras el volante.
Una vez en marcha es cuando el SUV italiano fabricado en Mirafiori, Turín, comienza a demostrar todas sus armas. La suspensión neumática con 5 alturas es dotación de serie, y unida a una insonorización del habitáculo que resulta superior hace que rodar a lomos del Levante se convierta en una experiencia muy silenciosa confortable, algo que se agradece conduciendo la versión diésel, ya que aunque su sonido no es desagradable, está muy lejos de la “orquesta” que emiten los modelos de gasolina. El modo sport mejora algo esta acústica por medio de sonido desde los altavoces.
Conducción con mayúsculas
A pesar de no tener la melodía de los bloques de benzina, los 600Nm de par y su respuesta inmediata hacen de esta versión muy satisfactoria de conducir, y en ningún momento se echa en falta más potencia. Además, por mucho que nos propasemos con el acelerador los consumos no se disparan en ningún momento. Y eso implica practicar una conducción al ataque, con un comportamiento muy ágil, circulando consumiendo apenas 11 litros a los 100. Algo espectacular dado su tonelaje.
La tarifa de esta joya de la carretera de la firma del tridente arranca en los 91.800 euros, una factura elevada que se justifica por su capacidad única de diferenciación junto con una calidad remarcable y un placer de conducción más propio de una época pasada que nos lleva a pensar si con tanta tecnología no hemos perdido un poco el norte respecto a qué era lo importante al ponerse detrás de un volante.