Ford Mustang Mach1, el último mohicano
Nos ponemos al volante del modelo más icónico de la marca americana para revivir el relato de Horacio Quiroga y disfrutar de los últimos estertores de la conducción sin complejos.
Hay un relato del gran Horacio Quiroga sobre equino que no he podido olvidar desde que lo leí, cuando niño.
Era el caballo más rápido del mundo, pero tenía pocas aptitudes para el arrastre. Corría a cambio de un simple puñado de pasto hasta que, ya maduro y con todos convencidos de que era un dios entre insectos, le ofrecieron manjares. “Cuando mi corazón saltaba de deseos de correr, esto hubiera hecho de mí el más feliz de los seres. Ahora, estoy cansado”. Empezó a dosificarse, a correr reservando fuerzas para no flaquear en la carrera siguiente. Así, perdió su salvaje libertad para correr. Alguien dijo “Si uno pudiera llorar por un animal, lo haría en recuerdo de lo que hizo este mismo caballo cuando no tenía qué comer. Juventud y hambre son el más preciado don que puede conceder la vida a un fuerte corazón”. (…) “Joven potro, tiéndete a fondo en tu carrera, aunque apenas se te dé para comer. Pues, si llegas sin valor a la gloria […] y adquieres estilo para trocarlo fraudulentamente por forraje, te salvará el haberte dado un día todo entero por un puñado de pasto”.
El Mustang Mach I, el Ford legendario que lleva nombre de caballo indio, es el más potente de la gama que podemos comprar en España: 460 caballos. No se ha vendido por comida ni ha sufrido veleidades ecológicas, pero sí que tiene un hermano eléctrico: el Mustang Mach E que, aunque lleve ese nombre legendario de 1964, realmente es un SUV que ahora también ofrece una versión deportiva con el apellido GT.
El Mach I es casi un coche de carreras: un V8 rabiosamente incorrecto, políticamente inaceptable en una época de animales mansos y ecológicos. Que, en su cuadro de mandos configurable a golpe de botón, ofrece algunos diseños de cuentavueltas en los que, en lugar de aguja, hay un circuito que restalla. Y que ofrece cuatro posibilidades de sonido: silencioso para no molestar en el garaje, normal, deportivo o de pista.
Es lo que en muchos países americanos llaman un pony car de propulsión, lo que la gente llama erróneamente *tracción trasera… cuando tracción implica tirar, no empujar. Y también es el último sueño americano. No se puede comprar en versión descapotable. Cuesta doce mil y pico euros más que el Mustang GT, por lo que hay que pensárselo antes de optar por esta versión pata negra.
Homologa 11,7 litros a los 100 kilómetros según la norma WLTP. Algo más, en mis manos. Yo probé la versión equipada con cambio automático de seis velocidades, que para algunos puede no tener sentido en un super deportivo así. Puede que tengan razón: mejor la versión manual de seis marchas.
Pero el automático es tan perfecto que pocos podrán ir más deprisa con el otro. Además, también permite cambiar las diez velocidades con dos levas en el volante. Esto no es una opinión, sino una comparación de datos numéricos: no hay en el mercado un deportivo más potente por menos dinero. Acelerar de 0 a 100 en 4,8 segundos con un coche de este perfil generalmente cuesta más. Y la velocidad punta homologada es de 267 kilómetros por hora.
¿Lo peor? Pues que el alcalde no te dará ningún premio al bajo consumo y, lo que es más grave, te lo dejará encerrado los días de alta contaminación, a partir del famoso escenario 1 que citan los cursis. Aunque no creo que pensases lo contrario. Y las plazas traseras son realmente para niños… aunque, desde luego, llevan Isofix a ambos lados.
Los indios americanos temían al caballo. De hecho, no lo conocieron hasta que llegó el hombre blanco, pero después lo convirtieron en compañero inseparable de fatigas. Si metes un Mustang en tu garaje, puede que tus vecinos no lo miren con aprobación: pero lo observarán con deseo. Serás el último mohicano.