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Garicano guisa su futuro con Sevilla haciendo un flaco favor a Rivera

La escalada de Albert Rivera rompe esquemas y la marea especulativa carece de freno. Un cóctel explosivo con tanto especialista en intrigas y amigos de parte con intereses.

Garicano guisa su futuro con Sevilla haciendo un flaco favor a Rivera

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Ricardo Rodríguez

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"Albert Rivera no es Adenauer". Se lo oigo repetir a un ministro del estado mayor de Mariano Rajoy, en referencia al paisaje político de las elecciones generales. "España no es Cataluña, aunque Cataluña sea una enorme caja de resonancia", añade. ¿Supone que La Moncloa limita el auge de Ciudadanos? Algo así.

En el Gobierno y en Génova aún creen que el partido naranja tendrá dificultades para llegar a la meta del 20-D neutralizándolo a fuerza de programa. De momento, en el gran ruido preelectoral, Rivera, arropado por los suyos y sumergido en la vorágine de la búsqueda del voto, arriesga para que el mensaje reformista cale, llama la atención a diario, se diferencia..., y muestra al mismo tiempo una ilusionante confianza en el éxito. Tiene sentido.

El mayor riesgo para Ciudadanos, y Albert Rivera lo sabe, es aparecer como un partido "bisagra". Esto es, que no sea opción de Poder, sino apoyo de quien gobierne. Ante una perspectiva de coalición, se tiende a votar al original, que siempre es el más poderoso.

A esa marea especulativa ha colaborado el rumor de un acuerdo de Gobierno sellado entre Rivera y Pedro Sánchez, según el cual el reparto quedaría así: El secretario general del PSOE sería el presidente, mientras que la vicepresidencia política en el líder de Ciudadanos; la económica para Jordi Sevilla y Luis Garicano asumiría el Ministerio de Industria.

Igual de perturbadoras para Albert Rivera son otras alternativas que transitan por Madrid y que han sido puestas en circulación por cercanos a Garicano. Y esos mismos, además de hablar de perspectivas económicas, de oportunidades y de riesgos, dan casi por descontado un matrimonio Ciudadanos-PSOE.

Así, esos próximos al coordinador del programa económico naranja ensalzan las figuras de Sánchez ("mucho más sensato de lo que parece") y sobre todo de Jordi Sevilla ("es una garantía para un Gabinete contra cualquier tentación disparatada", etc., etc.), y, claro, acomodan a su amigo Luis Garicano al frente de la cartera de Economía como requisito indispensable de un hipotética pacto.

Ya se sabe. Por la boca muere el pez. Y ese pez llamado Garicano hace a menudo bueno el viejo y sabio refrán. La dinámica de entrar en el juego de las futuribles alianzas, un arma de doble filo, distrae a estas alturas de la partida de la pretendida operación reformadora de Rivera frente a lo viejo conocido y los cambios radicales.

Por suerte para el líder de Ciudadanos, la demoscopia le ayuda a despejar ese peligro, deshaciendo la etiqueta de "bisagra" y situándolo en un "tú a tú" con el PP, en medio de una previsión de bancarrota del PSOE sin precedentes. Si los socialistas son incapaces de remontar, Pedro Sánchez va a tener un problema en su partido.

Con todas esas coordenadas, cuando faltan semanas para la cita con las urnas, Albert Rivera debería ordenar a los suyos aquello de "tentaros la ropa antes de vender la piel del oso".

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