Cifuentes tiene un plan
La presidenta madrileña, que precisamente este lunes se reunió con Rajoy en La Moncloa, está sabiendo manejar los tiempos con Ciudadanos y tener cintura con Ignacio Aguado.
La Comunidad de Madrid tendrá presupuesto aprobado para 2016 en muy pocos días, pero antes del 20D y de las Navidades se multiplicarán las batallas en dos frentes más en un final de año intenso y tenso en la región de las siete estrellas: la comisión de investigación en la Asamblea y, sobre todo, la nueva ley que regulará el funcionamiento de Telemadrid.
Aunque no es el más llamativo de todos; el lance más decisivo es el económico, y se saldará casi con total seguridad con un acuerdo entre PP y Ciudadanos, que a cambio de su apoyo incluirá algunas enmiendas ruidosas, de ésas destinadas a poder colgarse luego alguna cabellera en el cinto: busquen en educación y sanidad y acertarán.
Y habrá acuerdo porque no podía no haberlo: lo sabe el PP y lo sabe Ciudadanos. Nueve de cada diez euros de los más de 17.000 millones de euros del presupuesto regional se van en asuntos sociales, por seis en Andalucía; y esa abrumadora diferencia entre dos territorios cuyos gobiernos se sustentan en el respaldo condicionado de Ciudadanos hace imposible e indeseable un varapalo naranja a la propuesta de Cristina Cifuentes.
Que se guarda dos balas económicas en la recámara: una, etérea, el nuevo sistema de financiación autonómica pactado ya con Rajoy, al que este lunes ha visto en Moncloa pero con quien habla cada vez más y de más cosas; y otra, ya cerrada, el recurso a la liquidez que Mefistófeles Montoro ofrece a cambio de dejarse guiar y de, como en el Fausto de Goethe, vender un poco el alma al demonio.
Si la pasada legislatura esa intervención gubernamental fue casus belli para los gobiernos de Aguirre y González, que se resistieron a ello como gato panza arriba a pesar incluso de los "toques" de la vicepresidenta Santamaría en persona; en esta nueva era entre Sol y Moncloa el do ut des financiero está garantizado: te doy lo que necesites, pero me das lo que yo quiero. Facilidades a cambio de control, una estrategia en la que el ministro de Hacienda es especialista.
Con ese panorama, arrancar 2016 sin demasiadas alegrías -la bajada del IRPF autonómico llegará, aunque tardará un año- pero con la solidez que ha hecho de Madrid la región con menos déficit real con respecto a su PIB, va a ser posible y Cifuentes podrá colgarse el anhelado cartel de "presidenta social", por mucho que en el PSOE y en Podemos se lo nieguen y en Ciudadanos se lo dispute para sí mismo.
Pero antes de ese momento, otras dos batallas cruentas se vivirán. Nada ha podido aplazar a después de las elecciones, como se había solicitado, el "circo" de la comisión de investigación "sobre la corrupción" en la Comunidad de Madrid, que tanto ha tensado además las relaciones entre el PP de Aguirre y el de Cifuentes: la una no entiende que se avale esa cacería; y la otra no se cansa de explicar que aunque se oponga, no puede evitarlo.
Con varios nombres ya pasados por registro –apunten a un expresidente y a un exgerente célebre-, el espectáculo está servido. Y tampoco faltará una buena dosis de tensión en Telemadrid, cuyo presupuesto para el año que viene contenido en las cuentas generales que aprobarán el PP y Ciudadanos, se mantiene: seguirá siendo la tele más barata de España, lo que no sienta bien del todo en la parte del PP con el colmillo más afilado, cansado de dar un ejemplo que nadie más sigue (ahí tienen los agujeros de TV3 y de Canal Sur) y de aguantar unos ataques que nadie más soporta.
No así su corpus legal: en quince días se conocerá cómo queda la ley del "nuevo" ente autonómico y si se llevan el gato al agua quienes quieren un control de las asociaciones profesionales (sin decir de cuáles en concreto, pero ojo si prospera esto porque quizá sea peor el remedio que la enfermedad) o, por el contrario, seguirá residiendo en el Parlamento autonómico.
Uno apostaría por la primera opción, aunque todo el mundo apura negociaciones con el mismo espíritu del comienzo de este artículo: pactar los presupuestos de 2016 y, en la misma medida, la gestión de Telemadrid, esquivando ese comisariado tipo CAC catalán (el ínclito Consejo Audiovisual) que algunos, en estos mismos momentos, aún están deseosos de imponer.