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La actitud impecable de Rajoy propulsa al PP en el tramo final

La decisión del líder popular de no vender tremendismo tras su agresión en Pontevedra y pedir además calma ha calado en el partido y en la opinión pública.

Rajoy frenó cualquier uso de la agresión y transmitió que quería normalidad.

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Mariano Rajoy quiere normalidad absoluta. Así lo transmitió desde el primer momento tras ser agredido en Pontevedra y así ha reaccionado su equipo más cercano a la consigna del candidato del PP. Una reacción plasmada, incluso, en un video que es toda una declaración de intenciones.

Y es que las imágenes muestran a Rajoy andando a paso ligero en la cinta del gimnasio del hotel de Barcelona en el que se hospedaba la noche pasada. Pertrechado con pantalón corto, polo, zapatillas deportivas y unos llamativos calcetines largos -ahora que se llevan casi invisibles-, ya con gafas nuevas después de que perdiera las suyas en la agresión, el líder del PP buscaba transmitir esa consigna de normalidad bajo el lema "Seguimos caminando. Buenos días y feliz jueves".

Pelillos a la mar y aquí no ha pasado nada, podría ser la sentencia sobre el video. Pero también el discurso de los populares se ha moldeado en base a la intención de Rajoy de no dar alas al tremendismo en este asunto. Salvo algún verso suelto como Beatriz Escudero, cabeza de lista del PP de Segovia -donde tienen que vérselas con un Pedro Gómez de la Serna parapetado en los puestos al Congreso-, que tildó de "indecente" e "irresponsable" al PSOE, los altos mandos populares han seguido la línea marcada por Rajoy.

El "hombre tranquilo", como ha sido calificado, señalaba el camino este mismo jueves en sendas entrevistas televisivas en las que consideraba la agresión un "hecho aislado" y "olvidado". Positividad ante todo, porque Rajoy ha dedicado palabras cariñosas al conjunto de los ciudadanos y ha eximido de cualquier tipo de responsabilidad política al resto de candidatos, a los que ha agradecido sus llamadas preocupándose por él.

Rajoy, que podía haber usado a su favor el incidente señalado posibles responsables políticos, ha declinado incluso denunciar al agresor. Aunque con toda probabilidad el menor será encausado de oficio por un delito de atentado a la autoridad, el presidente del Gobierno no estampará su firma en una denuncia que podría incrementar una previsible condena.

La línea de quitar hierro al asunto se ha transmitido a partido y Gobierno a través de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. Si Cospedal reducía la cuestión a una "anécdota muy desagradable", Santamaría incluso apuntaba a que no era nada que no se solventase con "un poco de hielo" y unas gafas nuevas.

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