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Sánchez se delata con una frase: quiere gobernar a cualquier precio

En otro contexto, a nadie le habría extrañado que con 91 diputados el secretario general del PSOE hubiera comparecido para anunciar su dimisión irrevocable. No en la España de 2015.

Sánchez votando este domingo.

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Pedro Sánchez se ha convertido en el gran prestidigitador de la política española. Perdió las elecciones municipales y autonómicas y se las apañó para parecer el ganador; y este domingo lo volvió a hacer. "Hemos hecho historia", se felicitaba desde Ferraz poco antes de la medianoche sin el más mínimo rubor en su rostro.

El PSOE, el partido que más años ha gobernado la España democrática, había rebajado tanto su listón que se conformaba con no ser superado por Podemos, al menos en escaños. Cuál fue su alegría cuando los socialistas se vieron 22 por delante. Ni en sus mejores sueños.

En otro contexto, a nadie le habría extrañado que con 91 diputados el secretario general del PSOE hubiera comparecido en la sede de Ferraz para anunciar su dimisión irrevocable y la inmediata convocatoria de un Congreso extraordinario. Tentado estuvo de hacerlo Alfredo Pérez Rubalcaba hace cuatro años con 20 más.

Pero estamos en la España de 2015, la de la famosa fragmentación, y en este contexto él es el que más papeletas tiene para fomar un gobierno de izquierdas, aunque en su breve comparecencia reconociera, con cierto retintín: "Corresponde a la primera fuerza intentar formar gobierno". Para a renglón seguido delatarse: "España quiere izquierda, España quiere cambiar".

Él lo intentará como sea y con quien sea, porque Sánchez no le va a hacer ascos a nadie. Podemos mediante, eso sí, que no renuncia ni renunciará en el medio plazo a desbancar al PSOE como el partido referente de la izquierda. De hecho esta vez se ha quedado un punto y medio por detrás, apenas 350.000 votos.

No se puede hacer más con menos que el líder de los socialistas, que en su apenas año y medio al frente del partido ha demostrado tener más vidas que un gato. Pero si no fuera por sus opciones de gobernar no tendría ningún motivo para estar satisfecho. Todo lo contrario.

Con Sánchez al frente, el PSOE se ha desdibujado hasta el punto de resultar irreconocible para buena parte de su militancia y hasta de sus dirigentes. Por suerte para él, el PSOE está en la tradición y costumbre de una parte de España, una cada vez más envejecida, eso sí.

Sánchez celebra sus resultados.