El discurso más simbólico de Felipe VI advierte a Mas y su cuadrilla
Ni la elección del lugar ni las alusiones ni la despedida fueron escogidas al azar. El discurso del rey estuvo repleto de guiños muy claros en un mensaje contundente sobre España.
El Discurso de Navidad -no exento de cierta polémica previa por el chequeo del Gobierno en funciones- del primer año íntegro de Felipe VI como rey y jefe del Estado de España estuvo cuajado de alusiones y simbolismo partiendo del propio lugar elegido para la tradicional cita con los españoles: el Palacio Real, y no la residencia de La Zarzuela, como en otras ocasiones.
Un palacio que, según el monarca, es escenario y testigo de "siglos y siglos de nuestra historia común", y que cobra mayor valor simbólico si se tiene en cuenta que un 24 de diciembre de 1734 se produjo el incendio que destruyó el Alcázar de Madrid construido por los Austrias. La monarquía borbónica mantuvo el lugar como nexo de continuidad a la hora de erigir el actual Palacio de Oriente.
Don Felipe abogó por una "voluntad de entendimiento" y un "espíritu fraternal" en unos "tiempos en los que es más necesario que nunca reconocernos en todo lo que nos une".
Calificando a España como "un gran Estado" que "reconoce nuestra diversidad en el autogobierno de nuestras nacionalidades y regiones", el rey describió los éxitos de la Monarquía Constitucional y de las Cortes como receptores de la Soberanía Nacional.
En la nueva legislatura salida del 20-D, Felipe VI consideró que "requiere todos los esfuerzos, todas las energías, todas las voluntades de nuestras instituciones democráticas, para asegurar y consolidar lo conseguido a lo largo de las últimas décadas".
"Tampoco debemos olvidar que la ruptura de la Ley, la imposición de una idea o de un proyecto de unos sobre la voluntad de los demás españoles, sólo nos ha conducido en nuestra historia a la decadencia, al empobrecimiento y al aislamiento. Ese es un error de nuestro pasado que no debemos volver a cometer", advirtió en una afirmación que podría interpretarse como un aviso ante la situación en Cataluña.
El "mensaje de esperanza" del rey también abogó por la mejora de la economía como "prioridad para todos" y dedicó espacio a los "desafíos" en el plano internacional, desde los atentados de París a los refugiados pasando por la lucha contra el cambio climático.
Con un "Feliz Navidad, Eguberrion, Bon Nadal y Boas Festas", Felipe VI cerró su discurso de Nochebuena a los españoles, acompañado con imágenes de los Reyes y las Infantas.