El patético final de Mas: cómo su propio partido le hizo la cama
Ni la puesta en escena ni el discurso oficial se corresponden con la realidad: el expresident no olió la que se le venía encima para dejarle en la cuneta. Ni los suyos le querían.
A Artur Mas le hicieron la cama aunque ahora intente camuflar su paso atrás como un gesto de responsabilidad hacia la independencia de Cataluña. El ya expresident se enfrentó a hechos consumados y no le quedó otra más que ceder el testigo bajo riesgo de que un sector de CDC dinamitara el partido.
Mientras CDC se ha dado prisa, en apenas unas horas, en forjar el mito de Mas como prohombre de la patria catalana que por sentido de Estado independentista se quitó de en medio para allanar el camino hacia la secesión, la procesión va por dentro. Mas fue desbancado en un pacto bajo cuerda entre sectores de Junts pel Sí -y, especialmente, de los convergentes más duros- y la CUP.
El nombre de Carles Puigdemont ya estaba consensuado cuando se planteó de forma abierta y cogió al expresident entre la espada y la pared. La designación del alcalde de Girona como candidato "de consenso" no le pasó desapercibida a Mas, que sabía el predicamento de Puigdemont entre los ámbitos independentistas de su propio partido y su capacidad de influencia, en general, en los sectores secesionistas a través de la Presidencia de la Asociación de Municipios por la Independencia.
Una entidad con la que Puigdemont, con mucha discreción y mano izquierda, ha ido tejiendo una red de apoyos que sobrepasa a su propio partido. Algunos analistas han apuntado que no es casualidad el hecho de que el alcalde de Girona, que mantiene una relación cordial con la CUP en su ciudad, haya sido el nombre designado. Como tampoco el hecho de que Benet Salellas, hombre con vara alta en el grupo parlamentario cupero, proceda de esa ciudad.
La propia carrera política de Puigdemont, independentista sin ambages, facilitó también su papel como aglutinador. Arropado por los secesionistas duros de CDC, bien visto por ERC, respaldado por su cargo en la AMI, apoyado por la Asamblea Nacional Catalana, con conexiones mediáticas que ya han camuflado su participación en la campaña contra las detenciones de miembros de la terrorista Terra Lliure en 1992, la CUP no iba a ser menos a la hora de darle su bendición.
El resultado fue el esperado: Puigdemont aglutinará a los secesionistas y Mas se quedará como una figura simbólica.