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Los planes de Aguirre convierten el PP de Madrid en un hervidero

La situación en el partido es de stand by, de calma chicha si se quiere, de movimientos sigilosos por tomar posiciones en una batalla que, ahora mismo, resulta complicado descifrar.

Rajoy flanqueado por Cifuentes y Aguirre.

Publicado por
Antonio R. Naranjo

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“Hasta después de las próximas Navidades, nada”. Quien así se expresa conoce como nadie los entresijos del PP de Madrid, esa maquinaria hoy algo artrítica que un día, no hace mucho, fue el mayor ejército que ningún partido tuviera nunca en toda España.

Se refiere al Congreso regional, ese Rubicón que una vez sorteado convertirá en César al presidente elegido. La fecha, que otros con parecidos predicamento y conocimientos sitúan después del verano, consagra una evidencia en el PP autonómico: la situación es de stand by, de calma chicha si se quiere, de movimientos sigilosos por tomar posiciones en una batalla que, ahora mismo, resulta imposible descifrar por la cantidad de variables e incógnitas difíciles de despejar todavía.

Y cuando no hay un calendario cerrado ni unas decisiones firmes, las especulaciones sustituyen a los hechos y los rumores a los compromisos. Algo de eso pasa en el PP de Madrid, aunque no afecta en nada al Gobierno regional ni a su titular, Cristina Cifuentes.

Ni tampoco a la relación de ésta con la dirección nacional y, en concreto, con Mariano Rajoy: por mucho que no pocos sitúen a la presidenta autonómica en una carrera sucesoria, incluso al corto plazo, ella está centrada en la Puerta del Sol y su único objetivo es consolidar su gestión.

“Aunque parezca mentira, se está divirtiendo. Sólo piensa en hacerlo bien, en crear empleo y en ayudar al PP en lo que no necesite. Con Rajoy sólo hay cariño y confianza recíproca: ambos son conscientes de lo importante que es para el partido esta Comunidad y entre ellos hay más confianza que nunca”, detalla un colaborador de la máxima confianza de Cifuentes.

El resultado de las generales, malo para el PP, es paradójicamente bueno para la Comunidad de Madrid, pues a nadie se le escapa que Ciudadanos tiene aún más complicado ahora juntarse a Podemos y el PSOE, algo que nunca ha estado en su ánimo por mucho que se repita mientras se cumplan los compromisos pero que ahora, con este contexto nacional, es casi imposible: “Nadie lo entendería”, piensan en Sol, algo de lo que en C’s se es consciente.

¿Pero y en el partido? ¿Qué puede pasar con casi un año por delante hasta que se elija o renueve su dirección? Las relaciones entre Cifuentes y Aguirre no son buenas. No es un secreto, aunque en política los afectos siempre están subordinados a los intereses y, llegado el momento, las tiranteces nunca serán un obstáculo para los acuerdos.

Mientras, Aguirre no revela a nadie sus planes, lo que en sí mismo es revelador: aunque se daba por hecha su salida, una vez consumado el acceso de Manuela Carmena a la Alcaldía y de Cifuentes a Sol, darla ahora mismo por segura es una osadía.

Oficialmente ni sus más estrechos colaboradores saben cuál es su estrategia, en el caso de que tenga una por primera vez en treinta años, y todo lo más se da por hecho que no hay que dar nada por hecho. “En un año hasta puede haber una moción de censura en el Ayuntamiento, viendo cómo lo hace Carmena y las tensiones en el PSOE, y aunque esa posibilidad sea remota, todo puede pasar y todo puede cambiar”.

¿Significa eso que Aguirre se plantea pelear por conservar la Presidencia madrileña del PP? Ni sí ni no: ya se verá. ¿Y equivale a decir que Cifuentes no peleará por ese cargo orgánico salvo que se lo ofrezcan en bandeja de plata? Pues tampoco.

En su entorno se cree que merece el puesto y que, por mucho que se propague la idea de que en Génova tienen miedo a una Aguirre bis de llegar Cifuentes a la Presidencia, caerá por su propio peso en el momento adecuado. “Con Rajoy no hay problemas, sino todo lo contrario, y la lealtad es recíproca y sin fisuras”, confirman fuentes de ambos entornos.

“Como siempre, al final todos se entenderán, aunque haya arañazos en el camino. Porque el PP no se puede permitir líos en Madrid, ahora menos que nunca, y porque la militancia y el votante pueden cansarse”, razonan fuentes populares.

Que tampoco ven factible una tercera vía, llegado el caso, o incluso una cuarta, aunque ambas tienen nombre: los de Pablo Casado, vicesecretario general y bien representado en la Asamblea de Madrid con la diputada Ana Camins; y el de Antonio González Terol, ahora diputado nacional y hasta hace una semana parlamentario en la Asamblea de Madrid.

Lo normal, cruzando las impresiones de la veintena de personas consultadas para esta crónica, es que al final se imponga un acuerdo entre Aguirre y Cifuentes para que la segunda sustituya a la primera con honores para ambas. “Sólo se me ocurre una manera de que eso no pase, y es que haya nuevas elecciones generales, Rajoy decida no seguir y el PP tire de Cifuentes en una situación muy complicada para España. Ella no se moverá y estará al lado del actual presidente, pero si le piden que lo haga, lo hará. Ojalá no haga falta”, sentencian.

En esa hipótesis, el papel de Aguirre es una incógnita. Quizá le viniera bien a Cifuentes, paradojas de la vida, que se mantuviera al frente del partido y lo movilizara como, pese a lo que se temía en Génova, hizo en la última campaña electoral. Quién sabe, pues el relevo en la candidatura nacional no deja de ser una quimera, menos sólida que la evidencia regional de que Cifuentes tiene todo el futuro por delante pero Aguirre nunca aceptará fácilmente ser el pasado cuando es dueña, sin duda, de su presente.