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El amante de Raquel Gago da un giro más al crimen de Isabel Carrasco

Este miércoles declararon la hija de la asesina confesa de la presidenta del PP de León y la policía municipal en cuyo coche Triana dejó el arma homicida. Esta última insistió en el acoso.

Raquel Gago, amiga íntima de Triana, durante el juicio por el asesinato de Isabel Carrasco.

Raquel Gago, amiga íntima de Triana, durante el juicio por el asesinato de Isabel Carrasco.

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Los periodistas que cubren desde el interior de la sala el juicio por el asesinato de Isabel Carrasco no dieron crédito a las variopintas escenas que relataron las acusadas. En un murmullo general se comenta que lo que comenzó como una causa por un crimen se está convirtiendo en el excéntrico guión de una película de Torrente a costa de una mujer que ya no se puede defender. Abusos sexuales, cargos políticos a cambio de favores, un amante casado, una pistola manchada que terminó en el coche de una policía municipal y fallos policiales fueron parte del relato de telenovela con el que tuvo que lidiar el juez.

Este miércoles Triana Martínez interpretó con frialdad el papel de hija dominada por su madre que le recomendaron sus abogados ante las preguntas del fiscal jefe de León, del letrado de su amiga y el suyo propio. A pesar de su timidez inicial, no perdió los papeles en ningún momento y contó con pelos y señales cómo Isabel Carrasco intentó, presuntamente, aprovecharse de ella sexualmente.

En una noche de enero de 2010, Triana acudió a la casa de Carrasco para ayudarla a subir unas aplicaciones a su teléfono móvil. Una vez sentadas y con unas copas de vino servidas sobre la mesa, la presunta asesina afirmó que la política la besó en la boca mientras la seducía. "Me dijo que no pasaba nada, que estuviera tranquila, que yo era muy guapa, que le gustaba mucho y que quería estar conmigo", fueron las palabras textuales de Triana, quien también reprodujo la amenaza con la que Carrasco le hizo chantaje: "Piensa mucho antes de irte. Salió tu plaza, tienes mucho que ganar y poco que perder", en referencia al trabajo en la Diputación de León al que la joven quería aspirar.

El testimonio fue escalofriante pero esperado. La defensa de Triana y su madre, Montserrat González, pactó cargar contra la política aprovechándose del carácter difícil de Carrasco y de la controvertida fama que tenía. Triana describió contrataciones a dedo de familiares y amigos dentro de la Diputación, abuso de poder y muestras de desprecio hacia otros trabajadores para dar cuenta de la situaciones a las que se tuvo que enfrentar.

Aun así, la única declaración que consiguió remover al jurado fue la de la policía municipal y amiga íntima de Triana, Raquel Gago. La tercera en discordia, para la que el fiscal pide 23 años de prisión, se mostró tranquila y segura y dejó algunos titulares que no se esperaba la fiscalía. Gago negó haber mantenido una relación sentimental con Triana y confirmó que su pareja desde hace 16 años es un hombre casado del que no ha transcendido el nombre aunque sí se hizo público durante el juicio ya que está citado a declarar en calidad de testigo.

Además, mostrando sus dotes de investigadora desacreditó a la Policía resaltando varios fallos en el informe de seguimiento que situaba a Isabel Carrasco en su casa de León y en el hotel Villamagna de Madrid en pocos minutos. Insistió también en el papel de los dos policías de Burgos a los que Triana se refirió como unos enviados "de parte de papá para ayudarme". Gago afirmó que cuatro inspectores, dos de León y dos de Burgos, acudieron a su casa antes de ser detenida. Insistió además en que uno de los inspectores de Burgos "vació el bolso y tocó el revolver que había dentro". Unos detalles que siembran dudas sobre un posible fallo policial en la investigación y que se suman a la larga lista de incongruencias que ya de por sí tiene este caso.

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