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Pánico en el PP valenciano a la huida de miles de militantes hartos

La militancia del otrora poderoso PPCV, la que tantas veces ha llenado la plaza de toros de Valencia a mayor gloria de Rajoy, observa atónita la podredumbre que escondían algunas alfombras.

Bonig (la primera por la izquierda) junto a Rajoy.

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Los políticos valencianos encargan a toda prisa una cárcel a Santiago Calatrava. El titular del diario satírico El Mundo Today sería para reír si la situación del PP valenciano no fuera para llorar.

La decisión de este miércoles del titular del Juzgado de Instrucción número 18 de Valencia, el del caso Imelsa, de mantener la imputación sobre 9 de los 10 concejales del grupo municipal del PP de Valencia -todos menos Eusebio Monzó-, así como la de 20 asesores y exasesores del mismo, ha supuesto la enésima réplica del terremoto que sacude la organización presidida por Isabel Bonig.

La militancia del otrora poderoso PPCV, la que tantas veces ha llenado la plaza de toros de Valencia a mayor gloria de Mariano Rajoy, observa con estupor la podredumbre que escondían algunas alfombras de los despachos nobles. Y cómo en una exhibición de cinismo Rita Barberá y otras fuerzas vivas del partido se han lavado las manos como Pilatos.

El presidente regional de Nuevas Generaciones, Juan Carlos Caballero, resumió la indignación de las bases, de los concejales sin sueldo, de los alcaldes de municipios modestos, de los diputados regionales... de la gente honrada del PPCV al fin y al cabo. "Estamos abochornados por lo que está ocurriendo pero, sobre todo, con ganas de cambiar las cosas, de extirpar de una vez el cáncer que azota a nuestro partido".

Tan profundo es el hartazgo de la militancia que muchos se están pensando seriamente darse de baja, asqueados con una corrupción que no se remonta a los tiempos de Eduardo Zaplana o Francisco Camps, sino que es tan reciente como las elecciones municipales del pasado mayo.

Siguiendo la terminología de Caballero, años de dejar hacer por parte de la dirección nacional han provocado una metástasis tal que el PPCV está en serio peligro de muerte. De momento la credibilidad ya la ha perdido. Y los pocos socios que tenía, también. Este miércoles Ciudadanos anunció que rompía su acuerdo con el PP en la Diputación de Alicante por dar cargo y nómina a dos diputados imputados por cuestiones administrativas, uno del PP y otro del PSOE.

La situación es crítica, y en tierras valencianas algunos tienen la sensación de que en Madrid no son conscientes de hasta qué punto. Por eso Bonig se plantó este miércoles en Génova 13 acompañada por los presidentes provinciales -Vicente Betoret en Valencia, José Císcar en Alicante y Javier Moliner en Castellón- para convencer a María Dolores de Cospedal de que no basta con designar una gestora en el PP de Valencia; sino que hay que celebrar un Congreso del PPCV cuanto antes, uno de refundación.

El encuentro, según fuentes del mismo consultadas por ESdiario, fue "cordial y positivo". Cospedal no dio el plácet para convocar ya ese Congreso, pero la delegación valenciana salió de la sede central del PP con la sensación de que accederá a su petición y lo habrá en breve.

¿Qué es lo que frena a la dirección nacional? Que sería hacer una excepción a la que tal vez otros -véase el PP de Madrid- quieran acogerse después. No en vano Rajoy ya había dispuesto que todos los congresos regionales sean después del nacional, aún sin fecha (se celebrará cuando se aclare el gobierno). Pero Bonig no quiere esperar tanto, y las bases tampoco.

En cualquier caso tampoco es precisamente que todo el PPCV esté a partir un piñón con su presidenta, como no lo estaba con Alberto Fabra, que nunca supo imponerse a Rita Barberá, Alfonso Rus, ni incluso al fantasma de Camps. Más bien todo lo contrario. Bonig se ha granjeado muchos enemigos en estos meses en los que parecía no enterarse de nada de lo que estaba cociéndose en algunos -muchos- despachos. ¿No vio o tampoco ella quiso ver? Y rodearse de gente como Betoret, en su día número dos de Rus en el PP de Valencia, no ayuda.

Por no hablar de que pisó muchos callos en la confección de las candidaturas al Congreso y al Senado, que quiso utilizar para dejar clara su autoridad. Ello la enfrentó con el mismísimo José Manuel García Margallo y con otros damnificados de su criba, como Marta Torrado, Susana Camarero, Macarena Montesinos... Así que no, un Congreso no sería la purga de Benito para el PPCV. Si acaso un comienzo.