Cunde el pesimismo en el equipo de Pedro Sánchez por sus pocos avances
Pedro Sánchez no va a tirar la toalla. Él y su equipo más cercano están dispuestos a agotar hasta el último segundo “y aunque no haya acuerdo de gobierno, Pedro irá a la investidura”. Salvo contadas excepciones, en el PSOE cada día que pasa se da por más cierta la probabilidad de unas nuevas elecciones. La postura de Iglesias, reclamando gobierno de coalición y planteando el ultimátum de “o Ciudadanos o nosotros”, heló la sonrisa del candidato socialista.
La contundencia y reiteración publica de sus condiciones hace muy difícil que Podemos pueda desdecirse de su posición y abandonar cualquier contacto con Ciudadanos por parte de Sánchez sería avivar la llama del descontento en el PSOE. Pedro Sánchez va a seguir con sus contactos, aun a sabiendas de que no suma; y es que en el fondo de lo que se trata es de buscar un responsable de unas eventuales nuevas elecciones. La estrategia final de Ferraz es aparecer ante la opinión pública como los únicos “inocentes” en la convocatoria de unos nuevos comicios.
En Podemos se asegura que “no vamos de farol. Es verdad que se puede negociar, limar posiciones, e incluso admitir alguna renuncia, pero lo que no es posible es superar las distancias que surgen de políticas radicalmente distintas. Por eso Pedro Sánchez tendrá que elegir. Es muy libre de hablar con quien quiera, pero no nos vamos a prestar ni al casting ni al postureo. En cuanto nos llame daremos a conocer el equipo negociador pero si lo que pretende es negociaciones a dos bandas con nosotros y con Ciudadanos, debe abandonar toda esperanza”.
El entorno del socialista cree que hay un 90% de posibilidades de ir a nuevas elecciones
La esperanza es lo último que Sánchez está dispuesto a perder. Es bien consciente de las enormes dificultades, hasta el punto de que personas de su propio equipo aseguran que “hay un 90 por ciento de posibilidades de ir a nuevas elecciones”. Y el primer acto de la campaña será su discurso de investidura. Si como se prevé por propios y extraños, las negociaciones no llegaran a buen puerto, Pedro Sánchez lanzará un discurso de investidura “con una propuesta incontestable para cualquiera que se diga de izquierdas, de tal modo que serán otros, no nosotros, quienes tengan que explicar su negativa a formar un gobierno de progreso. Los socialistas, según el entorno de Sánchez, tenemos la conciencia tranquila. Vamos a trabajar por el acuerdo, hemos desencallado la situación provocada por la estampida de Rajoy y estamos cumpliendo lo que dijimos en campaña y es que con el PP no hay acuerdo posible. Las explicaciones y la responsabilidad de unas nuevas elecciones no será nuestra”.
Y mientras Pedro Sánchez asegura que hay “mimbres” para forjar un acuerdo de progreso, son los barones socialistas en su conjunto quienes no ocultan su convicción de que, al final, no habrá acuerdo “porque no puede haberlo”, se indica desde Asturias y Andalucía. No obstante, la tregua se mantiene. El silencio, solo roto en las últimas horas por Alfonso Guerra, se ha convertido en consigna. Es un silencio espeso que no augura, ni mucho menos, días plácidos. El pulso interno entre la dirección federal y los principales barones está en pleno apogeo pero silente hasta que el candidato acuda a la investidura. Los barones ven en César Luena el “cerebro” de todos los movimientos de Sánchez.
En el PP, de momento, no hay pulso alguno. Mariano Rajoy, aparentemente y de manera oficial, no ha retirado su candidatura, pero es el propio presidente en funciones el primero en tener la certeza de que el horizonte más cierto es el de unas nuevas elecciones y así lo ha hecho saber a su entorno más próximo. Consciente del desasosiego que generó en el PP la designación de Sánchez como candidato, no dudó en reunirse con el grupo parlamentario, ni en viajar a Cataluña. En su agenda hay más actos de partido como los que están protagonizando la secretaria general, María Dolores de Cospedal, o los vicesecretarios Fernando Martínez Maillo, Javier Maroto y, por supuesto, Pablo Casado.
El Partido Popular sí tiene previsto salir al paso del argumento de Luena y otros socialistas cuando estos afirman que todo lo que no sea pactar con ellos es dar paso a un “gobierno del PP”. “Lo dicen como eslogan porque saben perfectamente que sin ellos el Gobierno del PP es imposible. Pretenden lanzar un anzuelo que es falso y sobre todo es llamativo cómo Pedro Sánchez quiere aparecer sin responsabilidad alguna ante la actual situación. Alguna responsabilidad tendrá cuando se ha negado a hablar con el partido más votado, algo tendrá que ver con lo que estamos viviendo el cordón sanitario que trata de establecer sobre el PP”. Algo de todo esto saldrá en la sesión de investidura, en la que Mariano Rajoy tomará la palabra para pronunciar el que puede ser su último discurso antes de las nuevas elecciones.
La constatación de que habían perdido la iniciativa generó preocupación en el PP, pero la consigna es “no esconderse”; es decir, ocupar espacio en los medios de comunicación, realizar declaraciones y convocar actos que mantengan viva una cierta movilización. En el PP, de momento, confían en Rajoy. La unanimidad es imposible, pero aquellos que creen que el presidente en funciones debería haber actuado de otra manera también consideran que “Rajoy no da puntada sin hilo” y además tienen claro que “no es el momento de disensiones internas. No vamos a gobernar, pero de ésta saldremos enteros. Luego, ya veremos”.
De momento, Mariano Rajoy acudirá a la llamada de Sánchez el viernes por la tarde. “No tiene problema alguno en ir al Congreso. Si Sánchez cree que por ello le humilla está muy equivocado. Le escuchará y le dirá que no y así Sánchez estará encantado y el presidente habrá recogido el sentir de afiliados y militantes, que si algo han hecho saber es que el PP no debe facilitar la investidura de quien desde el minuto uno ha despreciado con virulencia a siete millones de españoles aunque ahora, día si y día también, diga que les respeta”.
Así las cosas, habrá que abrir un nuevo periodo de espera y de contactos que tienen más de ficción que de realidad cierta.